Pero lo que más tristeza me da en la sala de espera es ver caras incómodas intentando esconder el "porqué están ahí", el temor a ser reconocidos en la calle o a encontrarse con un compañero de trabajo, a alguien de la disco, a un familiar. Aun entre nosotros hay miedo, mucho miedo, y lo comprendo, pues he pasado por esto.
La sociedad no lo pone nada fácil. Un día, mirando los informativos, me quedé perplejo ante una noticia que daba una abogada defensora de una señora a la que su marido le había transmitido el VIH sin que él le hubiera comunicado que era portador. Y éste no era el caso, la cuestión es que la abogada lo decía rodeada de periodistas y comprendiendo que el argumento para la defensa era que se trataba de una enfermedad devastadora con terribles efectos secundarios producidos por los antirretrovirales y bla, bla, bla.
En otra ocasión, vi en unas noticias cómo se decía que el VIH era una enfermedad crónica gracias a los antirretrovirales, y que la tasa de mortalidad y la calidad de vida de los enfermos se encontraban en unos niveles estupendos. Otra vez, leí en vuestra revista artículos esperanzadores para tantos portadores.
Es todo muy contradictorio: Escuchar comentarios sobre el VIH o sobre sus portadores, relacionarlo todo con un estilo de vida, pensar que se transmite por dar la mano, o bien creer que alguien no es portador por tener buen aspecto, o que sólo es una enfermedad de homosexuales y drogadictos. Esto es muy lamentable.
El VIH es la enfermedad del miedo, de la desinformación.
Hay mucho trabajo por hacer en una sociedad que va hacia el caos y donde la tragedia es una novedad, una noticia más, y que ésta pasa al olvido hasta que nos toca personalmente o a un ser cercano.
Sexo seguro, terapias antirretrovirales, campañas informativas… hay un largo camino por recorrer. Tomar conciencia colectiva hace mucha falta, pero cada uno de nosotros tenemos que ser responsables de nosotros mismos y de los demás. No hay que convertir la lucha únicamente en que suban los CD4 y en que la carga viral sea indetectable. Tenemos que ser optimistas con nuestra vida y tender una mano a otros más desfavorecidos económica o psicológicamente. No hemos de mirar a otra parte cuando se hable del tema por miedo al rechazo, contribuyendo así a formar una sociedad más desinformada.
Vamos en un mismo barco y ojalá llegue a buen puerto.
Un beso.