Antier recibí más de seis llamadas a mi celular. Cuando finalmente pude contestar me respondieron de mi centro médico: "Hola, señor Ricardo, nos comunicamos con usted para informarle que su prueba de VIH dio positiva y necesitamos que se acerque a la clínica para una segunda prueba".
Sentí un golpe de cañón en mi pecho. Sin embargo, era algo que sentía venir, no porque me haya enfermado gravemente -aunque mi sistema digestivo si me pasó una mala jugada las últimas tres semanas- sino porque era un riesgo al que estaba expuesto porque no tomé las medidas de precaución necesarias pero sobre todo por mi vida sexual desordenada. Esta prueba creo que fue la cuarta que me he realizado, por tanto han sido varias las veces que he sentido una angustia por el resultado. Cada diagnóstico negativo era para mí una nueva oportunidad de organizar mi vida en ese aspecto, pero terminaba sucumbiendo ante la afanosa necesidad de satisfacción sexual -tema para otra historia más larga, tengo bastante material para los psicólogos-.
Luego de esta sensación en mi pecho y de sentir en cuestión de segundos multitud de emociones y pensamientos, quedé en silencio, y recordé lo que ya me había dicho en otras ocasiones si se presentaba un diagnóstico positivo: “vamos con toda, mi cuerpo va a poder contra esta enfermedad, cometí muchas equivocaciones en mi vida de las cuales me arrepiento, pero tengo que seguir adelante”.
Así pues, continué mi jornada laboral, llegué a casa, cené en familia, hice de lo más tedioso para mí que fue lavar la loza, vi uno de estos programas basura en TV unos minutos -aunque de todo se aprende- y continué con mi lectura de un libro hasta casi la media noche.
Todo pareciera normal y aunque me aliente a mí mismo y a mis células para sobrellevar esto, tengo miedo, tengo preocupaciones y aunque trato de informarme sobre esta enfermedad (síntomas, tratamientos, alimentación, etc.) veo con nubosidad mi porvenir, sé que no puedo permitirme desfallecer, pero esa pasión y ese ser que más amo de los que hablé al principio ocupan mi mente, me inquietan.
No sé si podré seguir haciendo deporte como lo venía haciendo. He decidido ocultar esto a mi familia por vergüenza y a mi mamá porque ella necesita tranquilidad por su enfermedad aunque con su sexto y séptimo sentido súper desarrollado ella no podrá evitar darse cuenta de que algo no anda bien conmigo, a pesar de que antes de entrar a casa ponga una sonrisa en mi rostro y yo le insista que todo anda bien conmigo.
Hace media hora escribí en Google "Experiencias VIH" con el objetivo de conocer las historias de personas con VIH+ y poder obtener más respuestas y al ver la posibilidad de compartir esta noticia tan fresca y de que ustedes tengan la ‘primicia’. Estoy deseoso de leer sus comentarios, opiniones, consejos, quejas y reclamos, todo. Ya que no me he atrevido de contar esto ni a mis dos mejores amigos, aunque me falte la segunda prueba pero sé que ya estoy infectado y debo comenzar tratamiento rápidamente.
Gracias.