Pasé tres meses para saber mi diagnóstico. Nunca pensé que me tocaría; tenía esa gran esperanza. Cuando creía que eso ya estaba olvidado y que me había salvado de todo, conocí a un chico. Lo quería mucho. Entonces, en el momento más feliz de mi vida, me dieron la noticia de que tenía el VIH. Pasé una situación muy difícil.
Nunca me había separado de mi familia ni de mi madre, a la que tanto quería y amaba. Tuve que ingresar seis meses en un sanatorio. Sólo podía salir los fines de semana y con una persona que me cuidaba, o sea, como un preso cuando sale con un guardia de paseo.
Fue duro estar encerrado en un sanatorio, pero gracias al apoyo de mi madre, mi hermana y mi pareja, pude luchar. Pensé que ya me moriría, pero no fue así.
Hoy ya hace 10 años que tengo VIH, y de veras lo llevo muy bien. Sólo deseo encontrar a una persona para tener una relación y compartir todo lo mejor de mí, pero que esté en mi misma condición de seropositivo.
Si a alguien le interesa mi historia, puede escribir a mi correo.
Gracias a todos y que Dios los bendiga.