No duermo pensado en ello. Las horas que paso despierto pienso cómo pudo ocurrir esto. Pensarás que la respuesta es tan obvia como que solo habiendo usado condón nada de esto estaría pasado; pero, por favor, créeme que yo estaba completamente seguro de que estaba sano, lamentablemente mi realidad es otra.
Sé que ni con estas palabras ni con un millón más se solucionarán las cosas, pero tengo fe en que al menos ablanden un poco tu corazón y puedas perdonar el mal que te he causado. Si, no sabemos en definitiva quién fue el primero en infectarse, no te reprocho nada. Mi cariño por ti es más grande, no me importa. Solamente pido que no me dejes solo, por favor.
Decir ‘te quiero’ no es fácil, pero te lo digo con sinceridad, aunque a veces nuestras acciones demuestren lo contrario.
Hacer como que no ha pasado nada es absurdo, pero te pido que hagamos lo posible para que esto sea lo más absurdo del mundo, y que, dependiendo de lo que salga, me sigas queriendo igual.
Temo por ti, por tu odio, tu rencor, tu reproche, tu silencio, tu ignorancia hacia mí y, sobre todo, por tu desamor. No mereces esto y yo tampoco, pero recurro a las palabras, que quizá te suenen tontas, pero es así, con amor, que saldremos de esto. Siento que estoy comprometido del todo contigo.
Estas palabras salen de mi corazón, solo espero una respuesta tuya, que me digas al menos algo, sea bueno o malo. Soy un niño que te quiere de verdad, un niño que se muere poco a poco y que arruinó su vida y que deja todo sueño a un lado, porque la tristeza de quedarse solo, sin amor y morir me mata antes que la propia enfermedad.
Para ti, Juan Carlos.