Pasaron los 20 minutos y la prueba salió positiva, no reaccioné de ninguna manera. Pasé cuatro días eternos, leyendo y leyendo sobre el VIH, hasta que el lunes 27 de mayo 2019, en compañía del asesor de la fundación, fui al hospital a hacerme la prueba confirmatoria y se confirmó, efectivamente, que tenía VIH. En ese momento sentí tranquilidad porque ya no tenía esa angustia de saber si lo tenía o no. Mis CD4 están a 408, bastante a nivel me dijo el doctor, pero tenían que subir un poco más y ese mismo día empecé mi medicación.
Después de salir del hospital, me fui directo a mi casa y ahora solo pienso en eso día y noche. Cuando me levanto, lo primero que hago es pensar que tengo el VIH. Realmente la enfermedad no me da miedo, lo que me da miedo y pavor es contarlo a mi familia y a mis amigos, no sé qué tanto sabrán de todo esto.
Espero que algún día pueda decírselo. Por el momento, el de la fundación es el que me ha estado ayudando y con él me desahogo. Para mí, este no es el fin, es el nuevo comienzo de mi vida, para hacer las cosas mejor y ayudar a los demás.
¡Larga vida para todos!