Siempre he estado totalmente solo y aislado en esto. Cuando la doctora me lo diagnosticó, lo único que pensé fue: "¿Ahora qué hago? Sólo me queda tirarme por la ventana". Únicamente se lo conté a la ‘semipareja’ que tenía entonces y a la familia que me quedaba (mi hermana). Tuve que ver la lástima en ellos y su distanciamiento. Intenté sobrevivir solo en otra ciudad y, a los cinco años, casi acabé durmiendo en la calle.
Abandoné el tratamiento dos veces; quería acabar con tanto dolor. Encontré un trabajo, muy mal pagado y sin contrato, pero podía sobrevivir. Duró otros cinco años. Pero en enero de este año, me dijo mi jefe que ya no volviera más, que iba a sustituirme por su hijo.
Estoy en el paro y sin solución. He aguantado tres meses, pero ya no aguanto más. Por favor, estoy ya muy cansado. Soy un luchador nato (mis padres me dieron ejemplo), pero ya no puedo más, no quiero ver más.