Testimonio: Un abrazo, un beso, una palabra

I.V.G.

El VIH llego a nuestra familia de forma muy dura, ya se ha llevado a dos de mis hermanos  a una cuñada y a cuatro de mis primos. Cuando me enteré de que mi primo tenia VIH, todavía no sabía bien de qué se trataba. Le daba de lado, no le daba ni siquiera la mano y creía –erradamente– que me iba a infectar.

Tuve que sentir en carne propia el dolor de perder a mis hermanos para saber que ni siquiera con un abrazo me contagiaba y que solo el cariño y el afecto de nosotros como familia puede ayudar a superar el enorme dolor que significa saber que te vas a morir.

Por ese entonces, no había como ahora los medicamentos gratuitos, de haber sido así no hubiera perdido a mi hermana y a mi hermano, que dejó huérfanos a sus dos hijos y dejó infectada a su esposa; por suerte sus hijos no tienen nada.

Hoy nos encontramos con la cruda realidad de tener a otro de mis hermanos siendo seropositivo. Él ya perdió a su esposa y estamos luchando para que sane, está en el programa y recibe medicación con retrovirales. Gracias a Dios, tampoco sus dos hijos tienen nada. Ha sido muy triste para toda la familia, se ha visto disminuida ante tanta desgracia.

Mi madre casi se muere junto con mis dos hermanos, ya que fallecieron con seis meses de diferencia en el año 2000. A mi cuñada, que falleció en 2006, no pudimos ayudarla a tiempo porque cuando se le declaró la enfermedad ya estaba en estadio sida.

Mi hermana luchó durante un año con la enfermedad pero perdió la batalla. Era una joven de 26 años hermosa y llena de vida. Su novio le transmitió el VIH y poco tiempo después él también falleció.

Espero que mi testimonio sirva para que sepan que no están solos y que el mejor soporte en estos casos es la familia, quieran mucho a sus familiares en esta situación.

Un abrazo, un beso, una palabra de aliento les hará sentir que los queremos y que pase lo que pase, siempre estaremos con ellos. No los discriminen y no permitan que nadie lo haga, nadie tiene derecho a hacer sentir mal a otra persona, muchas veces la familia es el peor verdugo.

A a mis hermanos, que Dios los tenga en su gloria, los amare siempre. Ellos me dieron una lección de vida y siempre estarán en mi corazón.

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