Estuvimos platicando buen rato y él sacó una bolsa con marihuana, me ofreció fumar y acepté. Todo iba muy normal hasta que empezó a tocarme. Todo iba subiendo de nivel, y él me dijo que quería tener relaciones, ambos dijimos que no sin condón, pero no nos importó ¡y pasó!
Ya iba a amanecer y yo me iba hacia mi casa, arrepentido. A los 15 días tuve un dolor de piernas horrible, me sentí súper mal y lo primero que vino a mi mente fue, “estoy infectado de VIH”. Ya no comía, me salí de trabajar y nada más me la pasaba acostado sin ganas de hacer nada, sin salir.
Fui al doctor y le comenté mi situación. Él me dijo que me tenía que esperar a tres meses para hacerme la prueba. Yo ya estaba desesperado… me salió una ampolla en el paladar, después una roncha en la palma de la mano, me derrumbaba más y más. Solo decía “que sea lo que dios quiera”. Le pedí tanto a él, en una noche fue tan sorprendente porque soñé que me hacía la prueba y, claro, en la hoja ponía ‘negativo’. En mi angustia tenía esperanzas.
Pasaron tres meses y llegó el día de la prueba, los resultados estarían al día siguiente. Pasaban tantas cosas por mi cabeza, y me dije: “si lo tengo, lo voy afrontar y a cuidarme mucho, me trataré, será un cambio en mi vida”. Me dije que no era el fin.
Llegó la hora en que tenía que ir por los resultados. Llegué al laboratorio y pedí mis resultados con lágrimas y un escalofrió en mi cuerpo, el resultado era negativo. Lloré de felicidad, era el día más feliz de mi vida.
A todas las personas que estén pasando por esto les mando un mensaje de esperanza. Hoy en día la enfermedad se puede controlar y puedes vivir con calidad de vida, puedes tener hijos se puede vivir muchísimos años. He visto historias de personas que siguieron al pie de la letra su tratamiento y viven muchos años y eso depende de ti mismo, no te dejes caer, confía en dios. Que dios los bendiga, un fuerte abrazo y mis palabras, “no estás solo”. ¡Ánimo!