En marzo de 2014 tuve una pareja de 19 años que conocí en un campamento. Duramos pocos meses. Iniciamos la relación en enero y en marzo la terminamos. Yo tenía mucha desconfianza en él, ya que presentía que se veía con su ex. Total, la relación fue mala y terminamos.
En diciembre del 2014 un amigo me mandó una imagen que decía: “Si tuviste algo que ver con este chavo practícate un examen, ya que es positivo y no se está cuidando”. Cuando mi amigo me envió la imagen que publicaron en un foro me quedé helado. No lo podía creer porque habíamos tenido sexo y sin protección. Era mi novio yo confiaba en él. Fui a realizarme la prueba rápida y ¡ZAS! ¡Positivo! Llore muchísimo. Sin embargo, recordé que la señorita me había dicho que tenía que hacerme la prueba confirmatoria y me dijo: “Puede que salga negativa, aun tienes esperanzas”.
Fui el día 21 de diciembre de 2014. Me realicé las pruebas y me dijeron que volviera el día 26 a por los resultados. Fueron días horribles. Recuerdo que en Navidad llovió fuertísimo. Yo nunca había visto llover en Navidad y lo sentí como un presagio extraño. Pasé la navidad más triste de mi vida, aunque obviamente ante mi familia estaba con una sonrisa fingida. Pasó el tiempo y llegó el día temido. Fui a recoger los resultados y ¡PUM! Positivo.
Recuerdo que me sentí desolado. Fue tanto mi miedo que corrí a una iglesia, me metí y me puse a llorar hincado como si estuviera orando. Estuve allí media hora desconsolado. Me levanté y no fui al trabajo. Ese día recuerdo que no dormí de puro llanto. Empecé a buscar información de los lugares que podía acudir, de personas con VIH… ¡todo sobre VIH! Me topé con una página de un albergue para personas con VIH en mi estado.
Les llamé muchas veces, pero no contestaba nadie, así que decidí enviar un mail y a los tres días me lo respondieron. Fijé una cita y me topé con dos angeletones, unas personas increíbles. Me llenaron de fe y tranquilidad, me presentaron a una persona con VIH y me platicó su historia. También me acompañaron al doctor, un doctor maravilloso que me dio tantas esperanzas y fe… les dije que no sabía cómo agradecerles todo el apoyo y me respondieron que lo hiciera tomándome el tratamiento y viviendo muchísimos años. ¡Lloré de alegría!
Pronto tendré mi primera cita médica y tengo toda la fe de mundo para echarle todas las ganas y aprender a vivir con esta enfermedad… Aún no le he contado a nadie de mis amigos ni familia. No me siento preparado para hacerlo todavía. Recuerden que Dios pone pruebas difíciles a sus mejores hombres…