Claro que mi mundo se vino abajo, recordé que le había practicado sexo oral sin condón. Que habíamos hecho muchas cosas. Al otro día corrí al doctor. Además estaba en el extranjero, con un idioma desconocido. Tenía 24 años y fui a hacerme la prueba, que salió obviamente negativa, pero yo sabía que tenía que esperar 3 meses. De todos modos salió positivo de gonorrea, así que me pensé que si me transmitió gonorrea, claro que también VIH.
Sin embargo, no me quedé ahí y empecé una profilaxis postexposición (PPE), un tratamiento que debes tomar después de una posible exposición al VIH. Lo compré, me salió carísimo (en total gasté unos 2.000 euros), pero no me importó.
Mi vida dio un giro, me deprimí, bajé de peso… tuve que hablar con mis padres y tuve que decírselo a mis hermanos. Ellos me acompañaron en todo, pero seguía deprimido. Pasados seis meses me hice la prueba y salió negativo.
Cabe recalcar que después de eso opte por el celibato, me traumé. Ni hombres ni mujeres. Hasta este año que empecé a ir con el psicólogo, le conté mi situación, me habló sobre continuar con la vida, etc. Y pues en noviembre tuve varias relaciones sexuales y como todos y todas quedaban muy satisfechos, pues me sentí más seguro.
Sin embargo, hace 5 semanas, tuve una relación de riesgo, pues conocí a un chavo, 10 años mayor y estuve 3 horas penetrándolo duro con condón y me pidió que eyaculara. Yo le dije que sin condón no. Pero la calentura me ganó, aunque antes le pregunté si estaba sano y me dijo que claro. ¡Qué gran idiota soy! Es lo más estúpido que puedes hacer, confiar. Así pues, eyaculé dentro de él.
Todo estaba bien hasta que, hace 3 semanas, un amigo me dijo que lo conocía y que existía el rumor de que tenía VIH. Otra vez mi mundo se derrumbaba. Claro que le llamé por teléfono y le pregunte directamente que si era cierto, que me dijera la verdad que no estaba molesto, porque si era verdad, era mi culpa al decidir quitarme el condón, que me preocupaba la gente a mi alrededor, mis sobrinos, mis hermanos, mi familia, y que esto me haría tomar precauciones y decidir qué hacer. Él me dijo que claro que no era cierto, que eran chismes, me juró y perjuró.
Ocho días después de esa relación me hice la prueba de Elisa, que salió negativa. Yo sé que claro que no diría nada, pero quise descartar tener VIH desde antes. Ahora estoy con depresión, me da febrícula, un ganglio en el cuello inflamado y ya, eso es todo. Tengo mucho miedo, pero sobretodo enojo conmigo mismo porque ya había pasado por esto y otra vez estoy en las mismas. Me da coraje que juegue con mi vida de nuevo y, sobretodo, que ahora ya no puedo involucrar a mi familia, puesto que la primera vez fue un golpe para todos.