Me sentía avergonzado, como un asesino, o un ladrón. Pensé: “¿Y si he infectado a alguien? No me lo personaría”. En ese momento se me pasaron miles de historias por la cabeza. Viví muchas emociones en cuestión de segundos. Solo pensaba en suicidarme, en quitarme de en medio.
Mis padres lloraban de verme tan mal, mi hermanos, mi cuñados, aquello parecía un funeral. Todos intentaban darme ánimos…”esto ya no es nada”, “es una enfermedad crónica”… Pero mi mente estaba bloqueada. Solo pensaba en sida. Cuando me tranquilicé llamé a mi novio para decírselo.
Él pensó que era una broma y que le tomaba el pelo, pero cuando me escuchó romper en llanto me dijo que venía en mi busca a casa. Yo llevo ya 5 años con mi novio y en ese tiempo hemos mantenido relaciones sexuales sin protección. Mi madre me dijo que lo más posible es que él también estuviese infectado.
Al día siguiente mi madre le realizó un test ELISA. Durante cuatro días era un sinvivir en mi cabeza. ¿Habré infectado yo a mi pareja? ¿Me habrá infectado él a mí? Cuando nos dieron el resultado fue la mejor noticia que recibí: Mi pareja dio negativo. Fue como si me quitara un peso de encima. Ya sé que él no me infectó ni tampoco yo a él.
El doctor me preguntó que con quién había tenido relaciones sexuales sin protección. En los cinco años que he estado con mi pareja le he sido fiel. Solamente he tenido relaciones sin protección con mi pareja y mi ex pareja. Por tanto, la única persona que me pudo haber infectado era mi ex novio. El doctor me dijo que eso ya no importaba , que tenía que pensar en presente.
La sorpresa cuando me realizaron la carga viral fue que solamente tenía 100 copias. Era casi indetectable, mis CD4 eran 900. El doctor pensó que yo le mentía. El creía que yo estaba recién infectado. Yo le comenté que no tenía por qué mentir. Él es mi doctor y con él soy honesto. Le dije toda la verdad. En cinco años de relación, solamente he estado con mi pareja. De hecho en este último año he estado sin mantener relaciones sexuales porque mi pareja perdió a su madre y yo estaba con las oposiciones y teníamos la pasión por los suelos.
Mi doctor me dijo que eso era buena señal, ya que una minoría de personas no se ven tan afectadas por el VIH y no necesitan medicación (o mucho más tarde). Fue la única noticia que me dio el doctor que dentro de todo lo malo, me dio algo de aire fresco.
En estos meses he estado como congelado en el tiempo. Por mi cabeza ha pasado la posible opción de quitarme la vida. Ha pasado el miedo a morir, el miedo a enfermar…
Algo dentro de mí ha muerto, tengo que ser honesto. Ya no soy el mismo de antes. Antes era coqueto, me gustaba perfumarme y vestirme guapísimo para ir a tomar algo. Me gustaba pasear… Desde julio apenas salgo, estoy sumido en una tristeza retardada que me desconcierta. Siento ansiedad, siento tristeza…
Sé que soy un afortunado. Tengo el amor incondicional de mi familia, de mi novio, de mis pocos amigos. Pero aun así pienso que esto es una pesadilla, que me voy a despertar… y no. Los días pasan.
Hay que ser fuerte. Hoy me he decidido que voy a vivir, voy a vivir por todos aquellos que en su día no tuvieron a la oportunidad que tengo yo, de ser un diagnosticado en el siglo 21, cuando el VIH es crónico y no mortal.
Voy a hacer el esfuerzo de levantarme, de dormir de noche y vivir de día. El esfuerzo de devolverles a mi novio y a mis padres su amor incondicional. Tengo que seguir adelante.
Solo hay una vida, y lo que no haga ahora no lo haré nunca. Hay que pasar el duelo. Pero tras el duelo hay luz. Vive, vive y vive. Que nada ni nadie te detengan. Esto no es un castigo divino, ni es una humillación. Somos seres humanos, que tenemos un virus, como quien tiene una gripe o un sarampión.
Nadie es culpable de ello. Vergüenza es robar, violar o matar. Enfermar es una desgracia, pero vivamos nuestra desgracia con dignidad. Nadie tiene derecho a quitarnos eso.
Me gustaría hablar con más gente que se siente como yo.