No le culpo, pues fui yo el responsable de no haberme cuidado. Aquella fue la peor noche de mi vida, con mil pensamientos en mi cabeza (algunos de ellos sobre suicidio), sabiendo que no sería capaz de hacerme algo así. Hoy llevo casi un mes en tratamiento y me preocupa que mi estómago no haya tolerado bien la pastilla diaria que me recetaron.
Adicionalmente he bajado de peso y me da tristeza y añoranza ver mis fotos de hace un par de años, donde me veía "llenito" y saludable. Pienso en los planes y sueños que tenía a largo plazo (antes de tener esta condición VIH+) y ya no estoy tan seguro de que deba conservarlos por el temor a que mi expectativa de vida sea ahora distinta. Además, siempre he amado hacer deporte, pero ahora no lo disfruto, pues me da miedo que, por hacerlo, pueda bajar aún más de peso.
Pienso que el peor daño que hace esta enfermedad es a la autoestima y a las ganas de vivir. Siempre he vivido solo y preferido no compartir mi condición con nadie por temor al rechazo o a que sintieran lástima por mí. Hay días donde me siento más motivado y otros en que me siento muy solo y, para calmar el dolor, salgo por el campo a caminar llorando y añorando el pasado, cuando no supe valorar lo afortunado que era al tener salud y sentirme pleno conmigo mismo, amando cada parte de mi ser.
Hay noches en las que quisiera despertar y que todo esto fuera una pesadilla. Quizá lo único que me aporta un consuelo es el saber que, aunque no puedo cambiar el pasado, sí puedo cambiar mi futuro con las decisiones que tome a partir de hoy, dándome ese amor y cuidados que en el pasado me faltaron.