Mantengo una lucha diaria para que permanezca en la sombra.
Tuve incluso una niña –ahora tiene nueve años– con una chica sin VIH, que siempre quiso un hijo mío. Imaginaros el miedo que pasé… pero la niña nació sana.
Qué bien compañeros, pero qué mal lo pasé. Hoy mi hija tiene nueve años y es mi gran tesoro, ya que la madre voló, cansada del miedo a esta lacra y por otras cosas.
Quiero animaros y daros las gracias por estar ahí.
Yo aquí estoy, por si alguien quiere escribirme.