Yo siempre he tenido muchas parejas sexuales, pero nunca me imaginé esto. Vivía en un mundo de vida bohemia. Era una mujer muy frívola y muy ambiciosa. Me centraba mucho en el dinero, pero eso no era así.
Nadie sabe de mi diagnóstico más que mis exparejas, que salieron negativas. Mi carga [viral] es muy baja, pero mis CD4 estaban en 290 cuando me diagnosticaron. Ya me quedaba poco para entrar en etapa de sida. Gracias a Dios no llegué a ese punto. Mis hijos no lo tienen, gracias a Dios, lo que me tiene más tranquila. Bueno, no tuve leche para amamantarlos, así que no se lo pude transmitir [el VIH]. Nacieron con cesárea, así que el riesgo de transmisión fue muy bajo.
Lo primero que hice fue sufrir cuando me enteré, me atacaba a mí misma. Por ser caliente o de cuerpo suelto me lo pegaron. Me hice juicios. Después de mucho asquearme de mí misma, de odiarme y depreciarme, busqué a Dios y a los que en él creen. Ellos me han ayudado en ese momento. No sabe nadie que yo lo tengo, saben que estoy enferma, pero no sabe de qué.
Dios me ha ayudado. Lloré mucho, pero ahora estoy bien y me digo que tomo unas vitaminas antes de dormir para que mi mente esté más tranquila. Al principio no comía, no dormía y veía a todos y me decía “tengo sida, tengo sida”, todo el día y pensaba en mi futuro, en quién me iba a querer. Hoy digo: Dios me ama, me sana, me cuida y me ayuda a vivir confiada … Hoy digo si alguien se entera: “na que hacer, me pasó por caliente”.
Lo malo es que la gente tiene ignorancia sobre el tema y no sabe, cree que es una enfermedad de homosexuales, drogadictos o lesbianas. No es así. Le pasa a cualquier ser humano. El VIH no discrimina, no ve tu bolsillo, tu color de piel o de ojos. Está y es silencioso. Gracias a Dios, hoy se puede vivir solo con un tratamiento al que nos adherimos con responsabilidad, porque si te lo dejas de tomar este bicho se hace más fuerte, crea resistencia a los tratamientos.
Pienso algún día contarles a mis pequeños, cuando sean adolescentes, para que se cuiden y no dependan de una pastilla para vivir.
¡Ahora séquense las lágrimas y hagan su vida como siempre! ¿Qué importa si la gente se entera? Ya conoceremos gente más amplia de mente, que no nos juzgue, que nos ame, seamos como seamos. El trabajo, si no aceptan nuestra condición, ya aparecerá otro. Así que échenle ganas y, como decimos en Chile, “con todo sino pa que po”.
Hagan deporte, coman sano, estudien, busquen a Dios. Pero lo más importante es que nada les robe la sonrisa, ¡sean felices gente mía! ¡Sean felices! Digan: VIH, tú no me vas a ganar, es mi cuerpo y aquí mando yo, y el subconsciente va a cambiar. Tengo el VIH y soy como el resto. Hay gente que tiene cáncer, epilepsia… Hay sordos, ciegos y hay veces que son ciegos sordos y viven igual, ya démosle con todo.
El otro día fui a ver a otro doctor y le dije que era seropositiva. Bueno, me dijo, ojalá que ustedes dejen de estigmatizarse, esa es una enfermedad como cualquier otra. Ya hay tantas, que esa no hace nada si tú sabes tu diagnóstico. Y ahora cuando la gente habla de sida yo les digo VIH, educando. Yo no tengo amigos con el VIH, tengo muchos amigos gais y lesbianas. Siempre iba a sus discos, son muy buenas personas, pero nunca los vi como personas con sida. Yo tengo VIH y me siento normal. Si algún día alguien se entera, le diré que es una enfermedad que adquirí por no usar protección o por no de confiar o porque me enamoré, porque no sé cómo la adquirí o de caliente ja, ja, ja.
Bueno amigos, espero que les haga sentir mejor mi testimonio. Yo leí harto antes y sufrí harto con ellos. Sean positivos, así es la vida, a veces dulce, otras veces agria, ustedes deciden cuál quieren.
Dios los ama ❤️. Adiós y bendiciones.