Me diagnosticaron VIH+ y en ese mismo instante sufrí más por los que tenía a mí alrededor que por mi mismo.
Estuve ingresado en un hospital diez interminables días donde llegue a tocar fondo y sentí la necesidad como un corcho en el agua de salir a flote. Rogaba, rezaba, suplicaba y buscaba fuerza para poder superar la situación, y tengo que decir que años más tarde encontré la manera. Aquí estoy contando parte de mi historia de la manera que nunca había hecho antes.
Mis amig@s han estado ahí sin necesidad de demostrar nada. Una noche en la UCI abrí los ojos y vi a dos compañeras del trabajo llorando, y pensé ¡ya me he muerto y si no éstas me matan de un susto! Con sentido del humor, supe que superaría la situación.
Afortunadamente aquí sigo intentando vivir la vida como el resto de los mortales, luchando en el trabajo y, cómo no, viviendo la vida, intentando ilusionarme cada día con las cosas pequeñas, que son las que más satisfacen al final, e intentando descubrir que aún tengo ganas de conocer el amor incondicional de una persona que está por venir.
Un abrazo con cariño.
