Tienes ganas de gritar y lo haces. Te acuerdas de lo tonta que fuiste cuando te infectaste.
Pierdes mucho peso, estás luchando por tu vida, eres feliz por eso. También te vuelves más empático, entiendes cosas que antes no entendías.
Sabes que dios siempre está contigo, por eso no está de más una oración.
Aún no inicio tratamiento y más o menos llevo 12 años como portadora. Hace una semana se confirmaron mis resultados.
Mi familia me apoya totalmente, gracias a ellos podré llevar adelante todo. Son mi fuerza.