Con anterioridad a ese encuentro, unos 2 o 3 meses antes, había pensado mucho en él, sin saber lo que sucedía. Tan solo si lo hubiese buscado me habría dado cuenta y lo habría llevado al doctor.
Él nunca fue al médico y su diagnóstico fue confirmado después de casi un mes de hospitalización, cuando su estado era evidente para cualquier persona medianamente informada. Los médicos nunca le aplicaron ningún antirretroviral, con la explicación de que debían tratar la meningitis antes.
Lamentablemente falleció y en este medio quiero pedirle perdón por mi orgullo y decirle que siempre lo llevare en mi corazón, fue una de las personas más importante en mi infancia.