Empezaron a realizarme pruebas y más pruebas para ir descartando posibles enfermedades, hasta llegar al test del VIH que, evidentemente, dio positivo.
Ingresé en urgencias en el hospital Ramón y Cajal de Madrid con una neumonía por pneumocistis (una enfermedad oportunista). En esos momentos, no daba ni un céntimo por mi vida: tenía un desánimo de caballo. Mi nivel de CD4 era de 18. En fin, os podéis imaginar que la situación no era nada halagüeña.
Después de 17 días de hospitalización y tras haber superado la neumonía, inicié el tratamiento antirretroviral y, a partir de ese momento, mi vida cambió radicalmente.
A día de hoy, tengo la carga viral indetectable y los CD4 por encima de 400. Llevo una vida totalmente normal, hago todo lo que quiero y disfruto de la vida a tope; eso sí, sigo el tratamiento de modo estricto. Me siento mejor que nunca; la terapia me va muy bien y no tengo ningún efecto secundario.
Desde aquí quiero enviar un mensaje a todas aquellas personas que tienen miedo, están tristes o se sienten inseguras. Quiero deciros que se puede vivir con una muy buena calidad de vida si se sigue bien el tratamiento.
Ánimo a tod@s, disfrutad de la vida y sed alegres; pensad en lo afortunad@s que somos por estar en 2008 (por desgracia, en los años ochenta no era así…).
Le doy todo mi agradecimiento a mi pareja, a mis amig@s y, por supuesto, al equipo médico del Dr. Dronda, del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Ánimo y adelante.
Por supuesto que podemos…