Si se seduce al poema
y abre sus líneas profundas
y muestra sus carnes enjutas
y se rinde ante el ritmo que lo calienta, puede arriesgarse y contagiarse por fuerza del amor y el sexo de aquello de lo que no se habla, de aquello de lo que se oculta, de aquello que grita desde el olvido, desde la violencia y la muerte, de aquello que creemos que no es vida.
Vihvir es hacer existir aquello que tanto se repudia sostener la letra ante algo que no anuda hilar la palabra con algo más que pastas recetas, médicos y protecciones innecesarias cuando entendemos que ser indetectable es ser poesía que se puede ser un verso doblado e incorrecto que deshace el contacto directo y contagia más allá de la raya la humanidad latente que reside en tres simples palabras:
Vivimos,
Hablamos
Iluminamos
Somos poesía.