Fui a urgencias y los médicos me recetaron pastillas. Me decían que era una infección. Empeoré y me tocó otra vez ir a urgencias. Tenía dos bacterias, una intestinal, diverticulitis, infección urinaria, hígado graso y el riñón izquierdo afectado. Me hicieron muchas pruebas de sangre y salió que tenía anemia y muy baja mi hemoglobina.
Paso a paso fui recuperándome. Generalmente hago donación de sangre de forma periódica. El 3 de julio de 2020 lo hice. El 7 de febrero 2021 mi padre murió de un infarto. Fue curioso todo porque desde diciembre estuve orando mucho por mi padre. Todos los días lo coloqué en la cadena de oración porque sentía que mi padre moriría. Se lo conté a mi madre, pues me sentía angustiada.
Tres días antes, uno de mis hijos me dijo que no le dejaba dormir porque oraba y lloraba. Estaba enojado. Le dije que oraba porque a mi padre le quedaban días. Eso fue un jueves. El menor me miró con cara despectiva y al ver que me hacía ese gesto le dije que él sería testigo. Ese fin de semana se fueron con el abuelo y el domingo 7 de febrero del presente año me llamó para decirme que a mi padre le dio un infarto y murió. Grité, no lo podía creer, no sabía que le quedaban tres días ya. Siento que Dios me dio la oportunidad de despedirme con mi padre en el espíritu. Quedé devastada.
El 12 de febrero fui a donar sangre como siempre. El 17 de ese mes me llamaron donde doné sangre y me dijeron que tenía que hacer un protocolo para darme un resultado urgente. Mi corazón se aceleró. Todo se me cruzaba por la mente, no sabía qué pensar, qué decir. Cuando me dijo la señorita que di positivo al VIH, no sabía si lloraba por lo de mi papá, pues solo llevaba quince días [muerto], o por la noticia. Entré en shock. Me enviaron mis resultados por correo: recuento de CD4 1.194 células/mm3. No sé cómo funciona esto.
No se lo he dicho a nadie, solo a mi pareja. Él no se lo ha hecho [el test del VIH]. El día que doné el año pasado, 3 de julio 2020, él [mi pareja] no pudo donar, no le dejaron y yo sí, y todo estaba bien. Y esta vez no [pude donar], desde esa fecha no había mencionado nada al médico. Ayer hablé con la doctora y me preguntó quién me había dado ese resultado [de VIH+]. Le dije que en el banco de donación y me dijo que no podía hacer nada con ese resultado, que me iba a enviar la orden para realizarme la prueba para saber [si tenía el VIH]. El susto no me deja hacérmela. Todo es tan confuso. Mi pareja se fue a hacer una donación y otra vez no le dejaron porque su hemoglobina estaba baja.
No sé qué pensar. Veo que tiene tanto miedo, que saca excusas. Yo le amo y siento enojo, porque si fue por transmisión sexual, yo le he sido fiel. Se me cruzan los sentimientos, siempre le dije “cuídame, que soy madre y abuela y quiero ver crecer a mis nietos”. Cuando recibí esa llamada, lo llamé y le dije: “Mira lo que me dice el banco [de sangre]”. Me dijo: “Cálmate, yo he sido muy loco, pero me he cuidado”.
Vino a casa, lloré como nunca. Él solo se mantuvo en silencio y me abrazaba. Tengo un susto terrorífico de hacerme ese examen. Amo a Dios, creo en él, he visto su gloria y gracia sobre mí de muchas maneras, sus bondades son infinitas en cada mañana y, hoy, que estoy en una situación engorrosa, me pregunto si soy mujer de fe. Y si es así, ya no importa hay a quién culpar, pero ambos sabemos en el silencio.