Entonces yo llevaba una vida muy sana, pero no siempre fue así. Hace muchos años salía con amigos y, una vez, una mujer se puso fácil. Yo estaba bebido y no tomé ninguna precaución.
Soy cristiano desde hace más de cinco años. No tengo vicios y soy trabajador y deportista, pero eso de nada sirve. Todo lo bueno que pude haber sido para mi mujer se acabó en ese momento, y es algo de lo que me arrepentiré toda la vida. Yo la sigo amando, pero ella no quiere saber nada de mí. No quiere perdonarme y la entiendo. Es normal que me odie.
Este año he perdido todo por lo que luchaba, no sé cómo encajar toda esta situación. Sigo orando a mi dios y le pido paz en mi vida.
Tengo una hija de quince años que, pese a todo lo que he hecho, no me juzga y quiere vivir conmigo. Ahora es la razón de mi vida. Gracias a Dios, ella ha puesto en una balanza lo que yo he sido y me sigue queriendo igual que siempre.
Han pasado meses de todo esto, pero el dolor es igual que el primer día. Espero que el tiempo nos ayude a todos.