Para mí el VIH solo fue una invitación a un viaje a mi interior

Daniel

No puedo saber con exactitud qué me mantuvo de pie, firme. Realmente anduve solo, más por elección que por falta de compañía. Nunca quise involucrar a nadie y me cargué el peso de los miedos en soledad. Qué absurdo, siempre tan rodeado de amigos y familia y siempre tan abrumadoramente solo.

Los años fueron pasando y ninguna "predicción" médica se cumplió. Nunca enfermé, aun sin haber tomado retrovirales los primeros doce años tras el diagnóstico. Y una vez con ellos, tampoco llegaron los tan "temidos" efectos secundarios.

No sé por qué, pero no me pasó. Solo seguí viviendo, creciendo. Involucrándome en aventuras que podré contar de viejo, intentando sonreír y no perder jamás las esperanzas. Si de algo puedo arrepentirme es de haberle escapado tantas veces al amor… como si no lo mereciera, como si no lo necesitara.

Hoy, con 43 años, puedo decir que el VIH me ha hecho quererme mucho más, conocerme con la humildad que alcanza solo aquel que ha decidido viajar tan adentro, donde no existen verdades absolutas, ni leyes, ni conceptos… Donde fue posible encontrarme conmigo y hacer aquel trato de lucha incansable, para honrar mi propia vida. Espero que todos ustedes, los que me leen, lo intenten. Que puedan reencontrarse con su alma, con sus sueños, con sus deseos y que tengan la fuerza y convicción necesarias para hacer su propio trato. Porque nadie les dará las respuestas.

El VIH es, y fue, para mí solo eso, una invitación al viaje más hermoso de los tantos que he hecho, un viaje a mi hasta entonces, misterioso y desconocido interior. Les mando un abrazo gigante, no se priven de la posibilidad de ser felices, de amar, de sonreír, de abrazar, de compartir. La vida es esta, la posibilidad que hoy tenemos.

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