Mi novio fue mi mejor amigo por muchos años. Nunca pensé en él como novio y pues las cosas se fueron dando. Nos cuidamos con condón los primeros meses de relación y después decidí comenzar a tomar la píldora.
Todo iba muy bien hasta que mi novio comenzó a enfermarse muy seguido. Él tenía todas las noches fiebre y sudaba demasiado, nunca se le quitaba la gripe, su lengua estaba blanca.
Ahí fue donde comencé a preocuparme y busque enfermedades por internet: cáncer, tuberculosis, sida… Cuando vi los síntomas de esta última me asuste y se lo comenté a mi mamá y a mi hermano.
Mi hermano me decía que era muy dramática, pero posteriormente accedió a llevarme a hacerme la prueba. Yo no le quería decir a mi novio por si acaso no era eso y lo iba hacer sentir mal.
Cuando me dieron el resultado salió dudoso. Me volvieron a hacer otro y salió positivo. Sin embargo, antes de que me dieran el resultado tuve mucho tiempo para informarme bien sobre esta enfermedad, que no deja de ser feo tenerla, pero por lo menos sabía que no me iba morir.
Mi familia sufrió mucho y yo tuve que ser fuerte por ellos. Ya era suficiente el dolor que les estaba causando como para que me vieran mal sin comer o encerrada en un cuarto.
No tuve tiempo para la depresión, me refugie en Dios y sobre todo trate de entender que mi novio no lo sabía y que él también lo estaba pasando muy mal. No podía gritarle ni culparlo. Algo en mi me hizo estar serena.
Él casi muere, está vivo de milagro. Estuvo internado en el hospital 1 mes y no hubo un solo día en que yo no estuviera a su lado. Aún seguimos juntos, pero no ha sido fácil. A veces temo que esto no funcione y tenga que optar por estar sola, tener que mentir o que haya un milagro y encuentre una persona que no me juzgue y tenga miedo que lo infecte.
Pero bueno, aquí estoy. Bajo tratamiento todo está bien: estudio, trabajo y la vida es muy hermosa. Esta enfermedad afecta más emocionalmente que físicamente. Eso es lo que la hace tan pesada de llevar.
Saludos desde Colombia.