No soy un santo, ni pienso serlo

Daniel

Esto es algo que debí haber hecho hace meses. Creo que es la liberación de una parte de mí que quiere gritarle al mundo: ¡SI, TENGO VIH! Todo comenzó cuando tenía 19 años. Hacía ya tiempo que sabía que era gay, aunque nunca había tenido ninguna experiencia con nadie, excepto algo que me pasó cuando era niño. Pero es algo que honestamente ya perdoné y solo pido paz y no recordar.

A mis 19 años, con las hormonas alborotadas, entre las diversas maneras de encontrar sexo di con una página y perdí mi virginidad con un hombre. No fue algo bueno, pero no me arrepiento. Pasaron los meses y conocí a la mejor persona que me pude haber topado en la vida. Salimos y después de unos meses lo dejé ir porque yo quería "ser libre". Grave error. Viví una vida de promiscuidad, libertinaje, sexo… Siempre con protección, hasta que un día me deje embaucar por un chavo y ¡boom! sexo sin protección. Esto sucedió en noviembre de 2012.

En marzo de 2013 me realicé la primera prueba de detección de VIH. Nervioso a más no poder, pálido… Resultado: NEGATIVO. ¡Uf, de la que me libre! "Ya voy a cambiar". Vacaciones de primavera, necesidad de sexo y no encontrando nada, me topé a un señor raquítico, demacrado. Se acercó y me dijo: “¿Te puedo hacer un comentario? Siempre cuídate. Mírame a mí, tengo sida”. El miedo se apoderó de mí, lo escuché y me dije que aquel señor era un ángel y que ya no iba a tener relaciones a menos que fuera con alguien de confianza y siempre protegiéndome.

Pasaron los meses y conocí a alguien, que se convirtió en mi "pareja". Después volví a hacerme la prueba de VIH en junio de 2013. ¿El resultado? De nuevo negativo. Pensé que a mí nunca me va a pasar. Además, siempre me acostaba con personas de dinero, con buenas profesiones y nunca con pobres, guapos de gym. Eso no me iba a pasar.

Seguí teniendo sexo protegido hasta que un día conocí a un hombre 17 años mayor que yo. Confíe y lo hice de nuevo sin protegerme. La cita fue en un hotel, a menos de 200 metros de donde se encuentra el centro de atención del VIH en mi ciudad en México. Acabamos y le marco a mi mejor amiga, y le digo: "Wey ¿Cuando voy a aprender? ¿Cuando voy a tocar fondo?”. Bueno, ese día toqué fondo, era agosto de 2013.

Pasó el tiempo y simplemente no consideré la idea de la infección. Empecé a enfermar. Al mes de haber estado con aquel hombre tuve una infección y una gripa fatal que me tumbó durante 1 semana. Después de eso, salí de vacaciones y al regresar empecé a sentirme mal, no iba al baño, empecé a tener sangrados extremos… algo pasaba en mí. Fueron 2 meses de sangrados, estreñimientos, diarreas, gripes, etc.

El 13 de noviembre de 2013, con 20 años de edad fui a la consulta de un médico general y le expuse mi situación. Me dijo que le parecía que tenía un desgarro. En efecto, era como si estuviera recién operado y me hubiera ido a meter a un charco de agua sucia. La puerta a la infección estaba ahí. Me recomendó que me hiciera la prueba del VIH y me habló de un laboratorio. Me dijo: “Me ha ayudado a detectar al ‘MONTÓN DE SIDOSOS’ cerca de la zona”, unas palabras que no voy a olvidar en la vida.

El 14 de noviembre de 2013, con 20 años de edad, sentado en la sala de espera de un laboratorio privado a las 7 de la mañana para realizarme la prueba de VIH. A la 1 de la tarde accedí al portal de internet del laboratorio y miré el resultado: “POSITIVO”. Sentí como un balde de agua fría en todo mi cuerpo. Lo único que dije fue: "Esto debe ser un error". Apagué mi computadora en el trabajo, le dije a mi jefa que tenía que salir y fui a la clínica de atención del VIH, a 200 metros del hotel donde estoy convencido de que me infecté.

Entré al consultorio de la psicóloga y le dije que venía a hacerme una prueba rápida. Me dijo que pasara, tomara asiento y me preguntó si ya había venido antes. Respondí que sí. Me dijo que había algo extraño esta vez en ti y le dije:  "Me hice la prueba en la mañana y arrojó positivo". En ese momento solo cayó una lágrima por mi cara y ella me dijo que me calmara, que no era el fin del mundo, que había personas diagnosticadas desde hace 15 años o más y aun están vivas. Me dijo que no me preocupara, que el VIH tenía tratamiento.

Me calmé y me di de alta en el seguro y desde entonces he sido VIH positivo, desde aquel 14 de noviembre de 2013.

Los resultados de las pruebas de carga viral y de CD4 el 10 de diciembre dieron: 2,3 millones de partículas de virus en mi sangre y unas defensas de 124, por lo que para el 15 de enero de 2014 ya estaba en tratamiento. Me va excelente, me deja hacer TODO de manera habitual, no le tengo miedo al medicamento, ya que es lo que me mantiene vivo. Subí unos 4kg de peso y, honestamente, estoy bien guapo y me siento excelente. No he tenido efectos adversos, únicamente al segundo día me mareé un poco, pero nada que no pudiera soportar.

Nadie de mi familia lo sabe, es como que he sido muy fuerte y no me je quebrado. No quiero que ellos, que son débiles, se quiebren por algo que es mío. Al inicio, cada 2 o 3 días lloraba. Hoy me digo a mi mismo “Estoy vivo, sé que tengo este virus y lucharé”. Claro que hay miedos que están ahí siempre y es el hecho de que ¿seré pobre? ¿no encontraré empleo? Pero me doy cuenta que mi éxito lo definiré yo y que el camino tal vez no sea tan fácil, pero ¿acaso no es parte de la vida luchar y aferrarse? Aparte veo casos de personas que obviamente no saben que están infectadas y siguen ejerciendo, viviendo normal, trabajando, exitosas, ¿por qué yo tengo que ser diferente por saberlo?

Terminé mi carrera de ingeniería y tengo empleo que, al parecer, voy a perder, pero por terminación de contrato, no por el virus ni por la discriminación. El miedo a no encontrar otro me perturba en este momento, pero hay miles de empresas alrededor del mundo y estoy preparado para situaciones, así que sigo con la cabeza en alto y adelante.

No soy un santo, ni pienso serlo. Sigo siendo el mismo cabrón que se pelea con todo mundo, el que se ríe cuando alguien se cae. El VIH no me ha hecho ni peor ni mejor persona. Sé que tal vez no tengo mucho tiempo infectado, pero lucharé para vivir una vida completamente normal.

Hoy en día ya estoy indetectable, y me siento EXCELENTE así que gracias DIOS, BUDA, DESTINO, ALÁ, JEHOVÁ por que me amas a pesar de ser un pecador, la fuerza que me da seguir adelante en cierta forma la eh aprendido gracias a las vivencias y experiencias de personas que como yo están luchando con el virus.

¿Hasta donde va cambiar mi vida? No lo sé.
¿Dejaré de luchar? Jamás.
¿Seguiré adelante? Siempre.

Tengo 99 problemas, y el VIH es como el número 80.

A ti que estas leyendo esto, te diría que tengas fe, que te ames primero a ti y luego ama a alguien más. Cuídate y no tengas miedo a esta infección, que en mi cuerpo no ha hecho nada.

Me veo al espejo y soy hermoso. Veo mi vida y soy exitoso. Veo mi destino y está ahí. Me amo primero yo y después a los demás.

En el amor, no sé, es como que tengo tías, tíos y conocidos que completamente sanos están solteros a sus 40 años, por su carácter, estereotipos, etc. Entonces, ¿por qué el vih me tiene que hacer tan diferente?

Ánimo, igual y mis ideas son algo confusas y no soy muy bueno escribiendo. Me gustaría más poner en un vídeo, pero soy medio cobarde y prefiero evitar la discriminación que eso me podría ocasionar.

Soy hermoso, exitoso, de buena familia y nivel económico y soy VIH positivo. Si tú estás leyendo mi historia, date cuenta de que es una enfermedad de todos y que nadie esta libre de ella.

Saludos y excelente vida. Espero comentarios, así sean ofensivos, alentadores, etc.

AMOR

Deja un comentario

Redes sociales

¿No quieres perderte nada?
Síguenos en todas las redes

Gilead
Janssen
MSD
ViiV
Gilead
Janssen
MSD
ViiV Healthcare
Abbvie
Abbvie
Abbvie
Abbvie
Gilead
MSD