Testimonio: No somos apestados y no podemos bajar la guardia

Concepción

Estoy diagnosticada de VIH y VHC desde 1993, y estoy en tratamiento antirretroviral desde 1996. Mi estado es bueno y físicamente los estigmas (lipoatrofia, etc.) no son notables.

En mi caso, la terapia funciona (tomo Atripla® en la actualidad), lo penoso es la repercusión social e incluso familiar que tengo que vivir. Como tengo un hijo de 22 años -que está sanísimo, aunque lo sabe todo-, mantengo un silencio que duele.
 
Es increíble que, en ocasiones, tu propia familia te haga sentir como los leprosos en la Edad Media. Y ojo: en mi familia hay psicólogos, gente que debería tener otra formación. Supongo que esto os pasará a muchos. A veces, me invade la ira, pero nunca la desesperación.
 
No somos apestados y no podemos bajar la guardia.

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