Este año 2019 todo comenzó a empeorar, me enfermaba muy seguido de gripas, fiebre, dolor de garganta y, en ocasiones, de diarrea. De dos meses para acá empecé a bajar de peso, me sentía cansado, con sueño, se me inflamaron las amígdalas, los ganglios, me salieron aftas en la boca y me empezó un dolor en la parte baja de la espalda.
Fue entonces que acudí al médico general, me hizo un par de estudios y al final me dijo que no tenía nada, únicamente me recetó un antinflamatorio. Sin embargo, yo sabía que algo no andaba bien en mí, lo podía sentir. No era el mismo de hace apenas unos meses.
Fue entonces que, ese mismo día, en el hospital me hice la prueba del VIH. Me dijeron que pasara al siguiente día por los resultados. Ese día fue eterno, no dejaba de pensar en eso y pasé la noche angustiado y sin poder dormir. Podría decir que fue uno de los peores días de mi vida.
Al día siguiente, al llegar a la consulta, el doctor me informó de que era portador del VIH. Por un momento mi mente se nubló, no recuerdo todo lo que me decía, únicamente pensaba en cómo iba a cambiar mi vida. Sinceramente fueron unos minutos que estuve en shock, de alguna manera también me sentí aliviado, porque llevaba meses enfermo, meses consultando, meses con medicinas y nadie me decía qué es lo que tenía. Creo yo que es peor vivir con la angustia de que algo te está haciendo daño.
Para no hacerla más larga, ese mismo día me pasaron con la psicóloga, me asignaron médico y me dieron los medicamentos para iniciar el tratamiento. Llevo 3 días con tratamiento antirretroviral, el cual tomo por las noches. Me siento algo mareado por la tarde y ando mal de estómago. Tengo entendido que es normal mientras mi organismo se adapta a los medicamentos, espero así sea.
Mi única preocupación es que, en este momento, desconozco cuál es mi carga viral y mis CD4, puesto que no me van a entregar los resultados hasta el siguiente mes que tengo cita con el médico. Supongo yo que, por los síntomas que presentaba, debo tener mis defensas por los suelos y la carga viral por los cielos. Estoy preocupado y un poco triste, pero soy optimista y pienso que todo va a salir bien.