Testimonio: No me arrepiento

Layuja

¡Hola! No sé cómo empezar. Lo primero es felicitar a todos los que tuvieron el valor de escribir, y a ti, Víctor, de verdad, recibe mi abrazo. Me quito el sombrero ante ti.

¡Con qué valentía y humildad estás aceptando que eres seropositivo! De igual forma, creo que yo también me siento una luchadora, a pesar de que no se me ha hecho para nada fácil, ya que la persona que me infectó pertenecía a mi familia: el esposo de una tía a la que traicioné. Ahora estoy pagando las consecuencias de mis actos y las acepto. Pero tampoco voy a dejar que me gane la enfermedad. Sé que ya puedo luchar sin él, porque el miedo lo mató, al dejar que una enfermedad oportunista lo acabara consumiendo.
 
Yo vivía con ellos, lo conocía desde hacía diez años, y de tres años para aquí se convirtió en mi amor. Me enamoré de él como no lo he hecho de nadie. Con tan solo 18 años empecé a vivir con él y a tener experiencias sexuales intensas. Mi tía nunca se dio cuenta. Hace 2 años, a él se le declaró una enfermedad que no se le curaba. Le hicieron cantidad de pruebas, hasta que salió que sufría mononucleosis. En mi vida había oído hablar de ella. Mi relación con él era sólo de puro sexo. Ése era el trato. Pero al enfermar, me di cuenta de que me había jodido.
 
Entre todos los análisis que le entregaron, uno salió que había dado positivo al VIH. Pasó momentos muy duros con su esposa e hija. Luchamos con él. La doctora le dijo que podía ser un falso positivo de la mononucleosis; él nunca quiso confirmar la prueba. Seguí con él, nos encontrábamos íntimamente con más frecuencia. Llegué a pensar que también se había enamorado de mí. No me importó que tuviera eso. Me hice la prueba esa vez y di negativo.  Gracias a Dios, porque en ese momento, con 18 años, juro que no lo hubiese aguantado.
 
Hoy tengo 21 años; hace 5 meses, descubrí que estaba infectada. Fue responsabilidad de los dos. No le echo la culpa. Lo perdono y aún lo sigo amando, incluso más que antes. Murió en septiembre de una histoplasmosis. Fueron momentos muy duros para afrontar esto sola. No me arrepiento de haber estado con él.
 
Tal vez, quien lea esto dirá que me lo tengo merecido. Es fácil recriminar cuando uno ve los problemas desde fuera. He tenido muchas bajadas y subidas. A veces, creo que voy a tirar la toalla. Una cosa que me alivia es saber que mi tía no está infectada.
 
Bueno, creo que ya he escrito bastante. Gracias por prestarme atención. ¡Me sirvió de mucho! …Ah, gracias a Dios, cuento con un selecto grupo de amigos que sabía que no me iban a dar la espalda y, por ellos, puedo seguir en pie. Aprenderé a vivir con el virus y enseñaré que sí se puede. Que no somos diferentes por ser seropositivos.
 
¡Chao!

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