Mi novio me transmitió el VIH desgraciadamente. Los dos supimos que estábamos infectados cuando ya era muy tarde para él. Los doctores lograron salvarme a mí. Llevábamos 5 años de relación y estábamos a unas semanas de casarnos, pero su salud comenzó a empeorar muy rápido en cuanto nos enteramos del diagnóstico.
Después de eso, yo pase por una depresión muy muy fuerte que creía ya había dejado atrás. Después de su muerte, decidí no decírselo ni contárselo a nadie. Solo una persona lo sabe. Toda la vida me he dedicado a entrenar duro, a comer sano, a competir en varias disciplinas. Decidí que eso no me iba a tumbar para seguir haciendo las cosas que me apasionan. Retomé el gimnasio, recuperé mi fuerza física, masa muscular. De salud me encuentro muy bien.
Sin embargo, en estos cuatro años he tenido cuatro relaciones. Ninguna ha durado más de tres meses. Siempre fallaron o siempre termino arruinándolas. Me da muchísimo miedo. No he podido superar el miedo al rechazo por parte de una pareja. Jamás se lo conté a mis exnovios y sé que es mi responsabilidad informar aun cuando usemos protección, pero jamás he tenido ese valor. Cuando me enamoro, siempre pienso en hablar con la verdad, pero el pánico a la reacción termina haciendo que estropee la relación y, por más que me duela, prefiero que se acabe. Invento excusas o actitudes para que se acabe y el que termina cada vez más con el vaso lleno soy yo.
Hace un par de semanas comencé a tener episodios de pánico y ansiedad a tal grado de salir corriendo de mi casa a las 5 de la mañana o no dormir por toda la noche. Comencé a buscar ayuda terapéutica, pero siento que no encuentro nada y avanzo sin ningún rumbo por la vida. Aunque me aferre a cosas como el ejercicio, que me dan una felicidad temporal, después por las noches todo se me viene a la cabeza.
En ocasiones, solo quisiera poder hablar con alguien con una sinceridad absoluta sobre lo que me pasa por la cabeza y poder describir cada gota del vaso que siento esta por derramarse.