Nunca pensé que pasaría algo así, pero el error fue mío al pensar que el preservativo sólo evita embarazos, no pensé en las enfermedades… Entonces, nunca imaginé lo que se me venía encima. Me estaba haciendo unas pruebas, cuando un día el doctor me llamó y me dijo que tenía que verme personalmente. Tampoco me imaginé, ni se me pasó por la cabeza, que era para decirme que tenía el VIH.
Ese día nunca lo olvidaré. Creo que me faltó muy poco para desmayarme, se me vino el mundo encima. También cabe decir que no tenía ningún tipo de información sobre la enfermedad, tampoco la estigmatizaba, ya que no conocía a nadie que la tuviese y, lo primero que pensé cuando volví en sí, era que yo quería ser madre y que cómo lo iba a ser ahora con esto.
Fueron meses muy difíciles. Encontré apoyo en una gran amiga, que lo primero que hizo fue darme un abrazo y me ayudo a buscar información sobre el tema. Se lo conté a mis padres, los cuales desde el minuto 1 me apoyaron. Aun así, me dio ansiedad porque sentía que todo eran malas noticias con cada prueba. Me salió una mancha en el ovario, eso me derrumbó más todavía, pero yo, firme, decidí ir a cada prueba, a cada consulta y, aunque tardé unos 3 meses en empezar a tomar la medicación, ya que no tenía los niveles de virus muy altos y no quería depender de unas pastillas, decidí hacerlo.
Al mes de empezar [el tratamiento antirretroviral] fui indetectable, y hasta el día de hoy. Cumplí con todas mis visitas médicas, que al comienzo eran demasiadas y, según el informe clínico, iban alargándose un poco más. Seguí mi vida, me costó mucho. Es más, no hablo del tema, no me gusta, pero un día me tocó volver a hablarlo con la persona que ahora es mi pareja.
Fue muy difícil. Tenía mucho miedo a su rechazo, tenía miedo a que él tuviera el VIH, pero gracias a Dios era seronegativo. Creo que me ama mucho porque, a pesar de su negativo, él aceptó que yo siga en su vida. A día de hoy tenemos un hijo. Fue un embarazo normal, con mis citas médicas, tomando la medicación y, gracias a Dios, mi hijo nació completamente sano.
Siento que soy una persona sana, ya que no tengo ningún mal; vivo día a día con una pastilla a la que ya me acostumbré y hago mis chequeos cuando son necesarios. Puedo decir que mi vida cambió y lo hizo a bien, porque no hay mal que por bien no venga. Antes pensaba mucho, sufría en silencio pensando por qué me tocó a mí pasar esto, pero desde que soy madre no pienso en eso. Creo que hay enfermedades que realmente matan, con esto [el VIH] simplemente es cuidarse y tomar una pastilla con un vaso de agua diario.
Una enfermera me dijo que yo era una persona incluso mucho más sana que otras, ya que estaba anualmente en chequeos. A día de hoy, le doy gracias a Dios y a la Virgen porque fueron días muy grises, pero él [mi pareja] nunca me abandonó. Gracias a Dios porque tengo una pareja y un hijo sano y, aunque no me guste hablar del tema y sólo 4 personas saben mi diagnóstico, soy muy feliz, porque creo que son las que tienen que saberlo.
No tienes que contárselo a nadie si no quieres, pero siempre es bueno tener un apoyo, alguien que esté contigo en esos primeros momentos. Espero poder haber ayudado en algo con mi testimonio, que decidí escribir después de tantos años, porque cuando yo empecé a leerlos me ayudó. He decidido contar mi historia el día que me he sentido realizada y en que no siento que esto es una enfermedad.
Mi deseo más grande, aunque esto no es una sentencia de muerte, es que algún día tengamos una cura definitiva para este virus, que hace que la ignorancia aleje a personas queridas por falta de información.