Más de un año después, tuve que ir por urgencias y el médico de guardia me dijo que no podía ponerme el tratamiento que realmente necesitaba porque mis defensas no lo aguantarían.
Recordé lo que mi médico me dijo que tenía y que había ignorado. Cosas del destino, mi médico me llamó a mi teléfono y me pidió que fuera a verlo. No sé, pero eso hice y me abrió los ojos.
Me remitieron las pruebas, me pusieron tratamiento y llevo como 8 meses en tratamiento.
¡Nadie lo sabe! Sólo mi médico y yo. Muchas veces miro a mi madre y me muero de pena en pensar el daño que le haría saber lo que tengo. No quiero que nadie lo sepa, sólo yo.
Muchas veces pienso en que ingreso por algún motivo y todos se enteran… Eso me pone nervioso. Creo que lo llevo bien, pero muchas veces me siento solo y me entran muchas ganas de llorar.