Al enterarme de que estaba de nuevo en estado me angustié y fui donde otro obstetra amigo de mi esposo y me puse en control con él. Me envío a hacer unos análisis y todos salieron bien, incluyendo el de VIH. Eso fue aproximadamente en junio de 2014.
Cuando se acercó la fecha del parto me volvió a mandar hacer otros exámenes como el VDRL (sífilis), el de VIH y otros que me solicitó para hacerme la cesárea. Todo me salió bien.
Cuando me hicieron la cesárea le pedí a este doctor que si veía que mis varices estaban inflamada no me ligara, que yo esperaba. Él me dijo que estuviera tranquila.
Me hizo la cesárea y me esterilizó como a las 9 de la mañana. Durante el día me sentía mal y le comuniqué a las enfermeras que me dolía mucho por el vientre.
Aproximadamente a las 8 de la tarde se dieron cuenta de que tenía una hemorragia. Me metieron al quirófano y me hicieron una histerectomía. Me bajó la hemoglobina a 4 y me hicieron unas transfusiones de sangre.
Después de la operación de emergencia que casi me cuesta la vida por negligencia médica, según el médico me dio una atonía uterina.
Pensé que ya había pasado lo peor, pero después de 6 meses empecé a bajar de peso. Estaba contenta, no tenía ningún malestar, solo estaba bajando de peso sin esfuerzo.
En agosto murió mi mama y me deprimí más. Mi esposo me dijo que nos hiciéramos unos exámenes y nos hicimos el perfil 20 para saber cómo estábamos. A mí me salió el VIH positivo y a mi esposo le salió negativo.
Pensé que era un error del laboratorio. Nos enviaron a los dos a hacer el Western Blot y a él le salió negativo y a mi positivo. Casi me muero, no encontraba una explicación.
Mi esposo y yo llevamos 21 años casados, con 4 hijos, creyentes de Dios y nos estaba pasando esto. Entré en pánico al pensar en mi bebé de 1 año al que le había dado el pecho. A ella todavía no le he hecho el examen, tengo miedo…
Mis hijos mayores y mi esposo me apoyan un 100%. Pocos de mi familia lo saben y me han dado ánimo, ya no le pregunto a Dios por qué a mí, sino “para qué”.
Estoy en tratamiento y trato de hacerlo al pie de la letra. Bajé mucho de peso y al principio del tratamiento se me cayó el cabello. La doctora que me controla me cambio una de las pastillas y ahora estoy mejor. Tengo fe en que Dios me va a sanar.
Hace solo 6 meses que me enteré de mi estado serológico y mi ánimo ha mejorado gracias a mi familia.
Esta es mi historia, gracias por tomarte el tiempo en leerla y decirte que solo Dios tiene el control de nuestras vidas.