Estoy tomando también un tratamiento contra la depresión. Mi expareja no tenía VIH y al principio aceptó mi enfermedad, pero con el tiempo me empezó a insultarme y a pegarme y me decía que nadie me iba a aceptar o a amarme. Siempre me bajaba los ánimos y estaba siempre triste y llorando. Me sentía sola, pero mis hijos son los únicos que han compartido la medicación, las emociones… todo conmigo cuando estaba embarazada.
Resulta que soy muy luchadora y no permito a nadie que me insulte en el mundo. Necesito un hombre en mi vida responsable cariñoso que se cuide.