Se me cayó el mundo encima; estaba desesperada y no sabía por donde empezar. Pero, por suerte, estuve en muy buenas manos. Me curé del cáncer (estuve yendo a quimioterapia y todo salió bien).
Ahora me queda asimilar que tengo el VIH. Lo oculté durante más de un año. Sólo Dios sabía mi secreto y mi gran dolor. Pero un día me armé de valor y se lo dije a mi madre, quien me apoyó y me sigue apoyando. Cada vez que hablo de mi madre me emociono.
Un beso para toda la gente que lea mi historia.
Me gustaría tener amistad con gente que se encuentre en mi misma situación. Me ayudaría.