1. Es normal tener miedo, mi primera reacción fue el pánico, quería morir, esconderme, encogerme y desaparecer de la faz de la tierra, pero el ocultarme no iba cambiar mi estado serológico, así que seguí adelante.
2. Hay días buenos y días no tan buenos. Como todas las demás personas, habrá días en los que sientas que puedes conquistar el mundo y días en los cuales sientas que el mundo te está aplastando. Tómate tiempo para sentir y reflexionar sobre ambos, aprende de tus emociones y a aceptarlas.
3. No tienes que decírselo a nadie. A menos que estés listo, tu diagnóstico es solo tuyo, y si no estás listo, ese secreto te pertenece. Tómate tu tiempo en asimilarlo y compártelo únicamente cuando estés listo. Tienes que saber que habrá personas que te abracen y personas que te rechacen. Aprende de ambas.
4. Puedes volver a enamorarte. El amor no está perdido para nosotros. Mientras respiremos, podemos amar, amar con locura. Procura amarte a ti mismo primero para que puedas amar a otros.
5. Perdónate y perdona. Nadie es el culpable de esta situación, debemos de entender que todas las acciones y momentos de nuestras vidas nos llevaron a esto. Con o sin propósito, ya estamos acá y lamentarse no nos llevará a ningún lado.
El camino no es fácil, pero es transitable, sobre todo cuando encuentras personas en el camino que te ayudan a que la caminata sea más placentera. No corras, no es una maratón. No desistas, tu vida no acaba. No sufras más, te mereces ser feliz. No tengas miedo, eso no te dejará disfrutar. Ama, ríe, goza, come muchas cosas ricas y quiérete, quiere a tu tribu y no olvides que vales mucho.
¡Les mando un gran abrazo, ánimos!