Para mí, esto fue una sentencia de muerte a corto plazo. Lloré, sufrí depresión, sudores nocturnos, y en fin, nunca creí que me recuperaría de esto. Nunca he tenido el valor de hablar con alguien de esto que me pasa; sólo mi médico ha sido mi confidente y amigo.
He tenido la oportunidad de chatear con varias personas en el nuevo chat que encontré en esta página web y me siento muy contento de sentir que tengo amigos que me ayudan a compartir mis tristezas, alegrías y decepciones.
Aún disfruto de excelente salud y una de las cosas que más deseo en la vida es encontrar a alguien con VIH con quien compartir mi vejez y no sentir tan fuerte la soledad.