En esa época empecé a vivir una relación. Mi primer amor fue el mejor amigo de mis hermanos mayores, me llevaba 8 años. Lo conocí cuando tenía 10 años. El tiempo pasó y mi cuerpo cambió y él se aproximó más a mí y me supo seducir. Al comienzo fue todo nuevo para mí, incluso fue lindo ya que en casa no había ese cariño que todo niño y adolescente necesita.
Él me deslumbró con sus atenciones de cariño, hasta que con el tiempo cambió. Era posesivo, celoso, y me maltrataba psicológicamente por nada y hasta en ocasiones físicamente.
No podía ni mirar a nadie porque yo ya era una cualquiera. Me arruinó aún más la autoestima y fue difícil para mí salir de ese hoyo. Fue complicado dejarlo por alguna razón psicológica. Hasta que él empezó a trabajar lejos de casa y eso me ayudó a dar los primeros pasos. Empecé a frecuentar otros ambientes y poco a poco me fui haciendo fuerte para alejarme definitivamente, hasta que lo logré.
A veces me lo encontraba de casualidad y lo veía algo mal físicamente, ya que él se metió más a fondo en las drogas. Por mi parte, yo empecé a mejorar físicamente. Yo misma me veía más linda, más cuerpona y con más brillo en el rostro. Hasta que empecé a salir con un amigo de mi amiga de infancia, pero solo duramos tres meses ya que no sentía un amor fuerte, aunque lo apreciaba porque era amable y lindo.
Después de ello empecé a estar sola de nuevo y empecé a sentir unas incomodidades en el cuerpo, como dolor en el brazo izquierdo, dolor recurrente de cabeza y después empecé a tener acné, pero de manera exagerada. Ya había superado esa etapa siempre y me salían uno o dos o hasta tres granos, pero tuve un episodio en que me salieron líneas moradas grandes en el rostro. Tomé medicación y se me pasó en poco tiempo.
Después de unos meses, de pronto me salieron rayas moradas en las uñas y hasta ahora no se me han quitado. Poco a poco me empezó a molestar el estómago, pero no con diarreas, sino con ardor. Me empecé a sentir cansada y tampoco me alimentaba bien porque estaba pasando por una difícil situación… hasta que finalmente, por dejar que pasara el tiempo sin acudir al médico, un día tuve una fiebre terrible y pensé que había comido algo que estaba mal.
Fui al médico y me dijeron que tenía fiebre tifoidea. Tomé unas pastillas y a los 2 días estaba como nueva y el doctor me recomendó una prueba del VIH y no me la hice, pues jamás me imaginé que podría pasar por algo así.
Sin embargo, tenía los dos ganglios del cuello inflamados y no bajaban. A veces me dolía y aún siguen estando algo inflados. Todo esto empezó el año 2012. Mi rostro se fue envejeciendo y mi piel fue perdiendo color hasta que a veces me veía gris.
Un día, de la nada apareció un señor que me quería atraer con mentiras ofreciéndome de todo. En aquel momento me encontraba en una época muy dura de mi vida y empecé a salir con este señor, que decía tener 45 años pero en realidad tenía 65. Salíamos a conversar inicialmente. Cuando lo conocí me pareció que lo conocía y me dio un temor, no entendía por qué.
Un día, por el acné que me brotaba y el gasto que me generaba, pedí a la dermatóloga que me diera un medicamento específico, empecé a tomarlo y el acné me empeoró. Dejé de tomarlo pero mi rostro había empeorado y mi reparación también, ya que a la par tomaba cosas raras de naturistas.
Me dolía el pecho. Pasó un año y medio de salir con este señor, ya como algo más, pero siempre cuidándonos y de repente mi salud fue poniéndose peor.
Quise alejarme de este señor, porque para mí era una situación muy difícil. Obviamente sentía que estaba haciendo las cosas muy mal, que mi situación por más mal que estuviera no ameritaba lo que estaba haciendo, pero mi situación y falta de casa y con mi madre conmigo… Me sentía presionada. Tenía mucho estrés, demasiado diría yo.
Ya el señor se las olía que quería alejarme, pero no tenía el valor de decírselo en la cara. Además, me había apoyado cuando lo necesité y no quería parecer mal agradecida.
Sin embargo, por cosas de mi salud (porque ya mi respiracion se me hacia algo complicada, bostezaba mucho, no podía respirar profundo, mi vista se deterioró…), le comenté a él de un problema de salud que tenía y descubrí a los 21 años: un tumor en la tiroides (nódulo frio) benigno en ese entonces, porque después no volví a ir al médico por falta de dinero y además me dijeron que eso podía controlarlo u operarme.
Y bueno quizás eso estaba siendo la causa de mi malestar. Fuimos al médico para el chequeo y me preguntó si quería operarme y contesté que sí. Me hicieron los exámenes preoperatorios incluyendo los del VIH y como ni me imaginaba, le hice firmar a él para que los recibiera por mí ya que yo trabajaba hasta muy tarde.
Recuerdo que un día me llamó para volver a ir a la clínica porque necesitaban más sangre, ya que era insuficiente para todos los análisis que me pedían. Y un día después le entregaron los resultados a él.
Recuerdo cuando vino a buscarme al trabajo en la noche y me dio la noticia. Mi alma se fue corriendo dejándome ahí helada sin atinar a nada. Mi corazón se aceleró a mil. Solo recuerdo que me dijo: “ya te jodiste la vida, tienes VIH”.
Esto sucedió hace un año y hasta ahora no he tenido el valor de ver esa prueba. Solo sé que desde entonces esa palabra despierta y duerme conmigo.
Ahora me han salido unos puntos rojos en las piernas como cuando te depilas mal y tengo un moretón que no se me va de una caída que tuve hace 9 meses. Tengo manchas en el rostro por el acné que no desaparece, mis ojos están rojos y veo puntos negros. El oído del lado donde está mi tumor (porque a raíz de esa noticia no volví al doctor para operarme) me zumba.
Escucho como mis latidos del corazón pero en lugares cerrados como mi casa. Las líneas moradas en las uñas las tengo igual. A pesar de ya haber tenido la noticia (aunque no la vi con mis propios ojos), me da miedo hasta el día de hoy enfrentarme a esto.
Sin embargo, creo que ya es hora, temo dejar pasar más tiempo y que se comprometa más aún mi salud. Necesito ánimos o algún consejo.