Había muchas, pero la mayoría de ellas vivían lejos. Me llamó la curiosidad un muchacho blanco de pelo claro, dientes lindos y sobre todo amante de los perritos. Todo comenzó con un hola y dos años después vamos a casarnos.
Ambos tenemos el mismo diagnóstico. Él viene a verme cada dos meses y ha sido la persona que me ha ayudado a cambiar todo en mí. Ha estado conmigo y aunque en ese tiempo no hablaba español ya le enseñé lo suficiente.
Su familia vendrá en octubre a conocerme. Su mamá y su hermana –el núcleo más importante de él– vendrán pronto y estoy emocionado porque ella conoce nuestro diagnóstico y lo que hemos pasado. Me alegra saber que pasé un tiempo difícil, con muchas preguntas y tratando de comunicarme con la persona que me trasmitió el VIH me sentía culpable por haber permitido que alguien del pasado me busquase de nuevo y sobre todo permitir el daño que me hizo.