Me di cuenta de que tenía VIH a los 22 años, cuando me empezó a salir un bulto en la nuca y se me ocurrió ir hacerme una prueba rápida de VIH y me salio positiva. La verdad es que me lo tomé como nada. Lo peor fue cuando tuve que empezar el tratamiento. Los efectos secundarios de los medicamentos me molestaban mucho y me daban depresiones y ganas de morir. Sin embargo, lo superé y con el tiempo mi cuerpo se fue acostumbrando al medicamento y aquí estoy todavía. Gracias a Dios.