Por mi trabajo siempre he estado con contacto directo con personas con VIH, conociendo tanto clínicamente la enfermedad como a nivel humano. Pues es una enfermedad que hay que abordarla desde todos los flancos posibles. Siempre, independientemente de con quién me encontrase delante, todo era llevado como uno de los mayores traumas de la vida.
Mi sorpresa vino cuando rutinariamente me hice las pruebas y di positivo en VIH y de golpe me encontraba en la misma situación que me veía con los pacientes cada día en la consulta. Mi estado cambió radicalmente, estaba hundido, sin ganas de nada, intentado entender cómo (y a día de hoy no me lo puedo explicar) me pude infectar, pues siempre había tenido pareja, siempre había tenido mucho cuidado (por formación profesional) al tener sexo o con la pareja o en los encuentros sexuales ocasionales.
Pronto empezaré a tomar el tratamiento, en cuanto los indicadores así me lo indiquen. Sin embargo, cada día me encuentro más animado, pues al ver la evolución personal de los pacientes que se están tratando, al ver cómo sus condiciones de vida van mejorando (salud física y mental) me doy cuenta que lo más importante es encontrarse bien con uno mismo, aceptar la situación y estar bien, pues es muy importante para tu estado de salud diario el sentirse bien, física y mentalmente.