Para mí fue un infierno, porque nunca se lo conté a mi familia; ni siquiera ahora, que estoy en tratamiento, se lo he explicado. No sé cuánto tiempo voy a poder seguir así.
Lo cierto es que me estoy acercando a Dios y creo que en Él tendré la respuesta correcta.
Me gustaría que me escribieran para intercambiar ideas y darnos apoyo entre todos nosotros.