El problema que conlleva el estigma de ser seropositivo en la sociedad es uno de los más difíciles que deben franquearse. Va desde tener que afrontar a una familia homófoba, hasta intentar pasar desapercibido en las consultas médicas, porque los propios pacientes que comparten tu misma situación llevan "el chisme" como si de algo gracioso se tratara.
La verdad, hoy en día, hay que tener la suficiente actitud para llevar esta condición como algo que merece el máximo respeto para cualquier persona, sin distinción de sexo, etnia o religión. Esa es la parte más dura: afrontar nuestra realidad ante un mundo que no razona, que no crece. La meta es, pues, crecer.
Y tú, que eres positivo, te invito a que te mantengas en tu estado como lo que es: una enfermedad crónica, altamente mortal y tratable. Pero, al igual que otras muchas enfermedades, totalmente humana.
Pido respeto para los seropositivos; ¡el sexo no es una culpa! El VIH no es una excusa para la guerra.
Paz, derechos y respeto.