Después de una semana de saber que tenía VIH, se lo conté a mi abuela (sí, a mi abuela, je, je) y, para mi sorpresa, la mujer con la que he vivido casi la mitad de mi vida (22 años) me dijo: ¿Y qué pasa? es como la diabetes, solo debes llevar una vida sana, tomar tu tratamiento y listo. Una vida normal, vamos. Y continuó mi abuela: "El mundo no se acaba ahí, solo debes seguir con tus sueños, tener una mente positiva y cuidarte más. Eres mi hijo, mi mejor amigo, y mi nieto, y nunca te rechazaré ni te abandonaré, a pesar de lo que puedas tener". Son las palabras más conmovedoras que he oído en toda mi corta vida.
Hasta ahora, mi abuela es la única que lo sabe, y no duda todos los días en decirme lo de la mente positiva y me infunde esperanza. Pienso que eso es lo que todo ser humano necesita para sobrellevar las cosas. No pueden imaginar la emoción, la alegría y, al mismo tiempo, la nostalgia que me producen esas palabras.
Somos VIH positivos ¡¿Y qué?!. Aún así, somos personas con sueños y con deseos de amar y ser amados. La vida, esa gran escuela, nos da lecciones todos los días y quizá esta es una de ella.
La vida no está para entenderla, sino para vivirla. Suerte a todos. Y ya sabe que somos millones en la lucha. No nos desanimemos.
Besos y abrazos.