Me avisaron tres meses después de haber realizado la donación y casualmente el primer recuento de CD4 estaba en 49 células, con lo cual tuve que comenzar el tratamiento de manera urgente con TARGA. Hasta el momento no había presentado ninguna enfermedad importante que me hiciera sospechar que estaba infectado salvo las típicas aftas que después pude relacionar. Sin embargo, llevaba algún tiempo con un cansancio fuera de lo normal que yo atribuía a mis largas jornadas nocturnas de trabajo. En el año 1999, por mi profesión de enfermero me realizaron controles serológicos en el departamento de medicina preventiva de mi hospital siendo los resultados negativos y de la misma manera, sucedió los años anteriores con relativa frecuencia por pequeños accidentes biológicos (pinchazos) siempre con personas seronegativas.
La historia de mi vida es la de un chico de barrio que experimentó con drogas inhaladas con las que tuve algún problema de dependencia, pero que abandoné definitivamente en el año 1995. Soy heterosexual y vivo casado desde 1997 sin tener relaciones fuera de la pareja desde mucho tiempo antes del matrimonio pues tuvimos un noviazgo relativamente largo. Todavía no puedo entender la forma de infección, pues los accidentes en mi profesión se cuentan con los dedos de una mano y siempre con personas no sospechosas de tener el VIH, por lo que me abstuve con las prisas del trabajo, de realizarle controles serológicos. Si la frecuencia de transmisiones tras pinchazos es de 0,3% del total de accidentes con personas seropositivas, ¿cuál sería la probabilidad de que yo me infectase sin saber la serología de la fuente? Otra posibilidad que he barajado es la transmisión en el dentista tras haber acudido dos veces en el periodo desde 1999 hasta conocer mi diagnóstico.
Me he sentido derrumbado en muchas ocasiones por la ansiedad que me produce el no saber donde me he podido infectar. He tenido muchos problemas de pareja al percibir en ciertos momentos que había sido infectado por mi mujer, por otro lado seronegativa, cuando descubrí un atisbo de infidelidad, que sucedió justo en el momento en el que me comunicaron el diagnóstico. Me afectó incluso más que el propio diagnóstico y me desestabilizó tanto que llegué a pensar en el suicidio y en tirar por la borda todo lo que había construido. En esa fecha mi hija tenía cuatro años de edad y hasta el momento todo andaba sobre ruedas. Cuando me comunicaron la enfermedad recordé que una vez en el baño tras una mudanza y estar todavía todo desordenado mi hija se había cortado con mi maquinilla de afeitar de manera accidental, cosa que añadió un nuevo elemento de estrés a mi vida. Afortunadamente, tras realizar serología con el método de la gp24 dio negativa.
Actualmente estoy en tratamiento con un buen médico y mi vida trascurre normalmente, pero no hay un solo día en el que no recuerde el problema que tengo y me sienta impotente al tener que esconder algo por lo que yo no me siento culpable de haber adquirido. Por ello, no quiero que personas con determinadas tendencias se sientan culpables, pero mi caso es todavía más incomprensible. Quiero hacer un llamamiento a las autoridades sanitarias para que tengan en cuenta que la infección del personal sanitario es un hecho real y que se adopten todas las medidas necesarias para su prevención.
No quisiera terminar sin contar mi situación laboral en el momento del diagnóstico. Cuando me comunicaron la noticia yo ejercía mi labor como enfermero en un quirófano de pediatría al que me había incorporado recientemente. Cuando conocí la noticia obviamente quise cambiar de situación por el peligro de que yo pudiese trasmitir la enfermedad a algún niño tras pincharme de forma inadvertida, pues como no podía ser de otra manera para mi perjuicio, se negaron rotundamente desde la dirección y desde el area de medicina preventiva de mi hospital; esto me supuso otra carga a la que hacer frente logrando después de varios cursos y concurso de traslados acceder a otro puesto de menor riesgo para los pacientes. Quisiera que las personas que han recibido el diagnóstico recientemente tengan la certeza de que con esto no se acaba todo y que comienza un modo distinto de ver la vida.