En el año 2013 conocí a un chico que, con el tiempo, se convirtió en mi novio y con el que duré 2 años de relación. La relación en un comienzo fue buena, pero con el pasar del tiempo se convirtió en algo insoportable… Creo que definitivamente el amor se había acabado, pero ninguno de los dos se atrevía a terminar, creo que por el miedo a estar solos.
Cuando la relación terminó, luego de dos años, empecé a salir mucho a bailar a discos, conocí mucha gente y empecé a experimentar con distintos hombres (siempre con protección). Pero debo reconocer que en algún momento de ebriedad quizá no me protegí como debiera haberlo hecho.
El tiempo pasó, pasaron muchas cosas en mi vida e incluso me fui a vivir al extranjero. Estando allá, lejos de mis amigos y familia, se suponía que sería la gran experiencia de mi vida (en parte lo fue). Pero también fue una época en la cual lo pasé muy mal debido a una enfermedad silenciosa que yo no sabía que tenía, pero que en cierta forma intuía.
Estando a miles de kilómetros de mi país, empezaron a aparecer síntomas. La fiebre era terrible, no bajaba con nada. Los escalofríos nocturnos no me dejaban dormir, y otras cosas más que me hicieron ir al doctor. El profesional en su área me dio a entender que podría ser alguna enfermedad de transmisión sexual, pero yo no lo quería creer, por lo que no me hice el test para saber si tenía VIH. Después de un mes y medio de haber estado muy mal de salud, las molestias comenzaron a desaparecer y comencé a sentirme más tranquilo.
Pasaron algunos meses y volví a mi país, pero tiempo antes de venirme noté que en mi cuello estaban apareciendo unos brotes extraños. Eran pequeños, así que no le di importancia, pensaba que se pasarían pronto. Pero no fue así, es más, se convirtieron en mi peor pesadilla. Los días pasaban y este brote seguía creciendo más y más. Eran verdaderas verrugas en mi cuello, las cuales se veían horrible y no quería que nadie me viera así y siempre tapaba esa zona de mi cuerpo para que nadie lo notara.
En ese momento me empezaron a salir muchas pintas rojas en la zona de mi torso y espalda. Fue ahí cuando me alarmé y entendí que algo no estaba bien… Y que lo más probable era que mis sospechas podrían ser ciertas y que realmente era portador del VIH.
Lo hablé con mi mejor amigo, que también es gay. Yo ya no aguantaba la incertidumbre, tenía mucho miedo. Y él me aconsejó que fuéramos juntos a hacernos el test. Así lo hicimos y todo tomó sentido. En ese instante supe que estaba infectado por el VIH. Era positivo y el mundo se me vino a abajo. Mi familia comenzó a notar que mi estado de ánimo cambió de un día para otro. Ya no sonreía, estaba abstraído del mundo y no tenía ganas de nada.
Pero eso no fue lo peor. Lo peor vino semanas después, cuando una tos tremenda me empezó a afectar. Pensé que era porque soy fumador, pero llegó al punto en que no podía respirar. Fue ahí cuando me internaron en el hospital porque estaba con un cuadro de neumonía.
Sé que estuve al borde de la muerte, pero gracias a mi familia salí adelante. Estando hospitalizado decidí contarle a mi madre lo que estaba pasando conmigo, porque ella no aguantaba el dolor de pensar que lo que me ocurría era que tenía cáncer y que me estaba muriendo. Sí, me estaba muriendo, pero no de cáncer, sino de un VIH muy avanzado.
Le costó procesarlo, pero siempre estuvo al lado mío. La hice sufrir mucho y eso fue lo que más me dolió en el alma. Pero chicos, a pesar de todo, la familia es lo más importante que tenemos y debemos valorarla. Porque serán los únicos que estarán con nosotros a pesar de lo que sea.
Pasó el tiempo y ya llevo 7 meses diagnosticado de VIH. Siento que estoy con esto hace muchos años sin haberlo sabido. Estoy con tratamiento y he asumido mi condición. Me considero una persona feliz y rodeado del amor de mi familia y amigos.
Lo único que les pido a quienes lean esto es que NO tengan miedo a hacerse el test de Elisa. Si tienen dudas, por favor háganse el examen a tiempo. Todo lo terrible que me pasó a mí fue porque dejé pasar mucho tiempo. A ustedes no tiene por qué pasarles lo mismo.
Y como una persona portadora del VIH, les digo que la vida continúa como siempre. Es cierto que hay que tener ciertos resguardos y cuidados, pero esto no acabará con tu vida si sigues conscientemente tu tratamiento.
Les mando un abrazo a todos quienes tienen miedo y dudas, pero les recuerdo que el diagnóstico temprano del VIH les ahorrará muchos problemas.