Llegó ese día [cuando expliqué mi homosexualidad] y toda mi familia me aceptó y me dijo que me amaba por lo que soy y no por mi preferencia sexual… Tuve más buenas noticias: fui aceptado en la Universidad de Costa Rica, que es buenísima. Me fui a vivir a Cartago, yo soy de San José. En ese momento, llegó una persona a mi vida, me ilusioné y establecimos una relación que duró casi un año. Pero resulta que él ya tenía otra relación de más de dos años con alguien. Me dolió, desde luego; pese a ello, tomé una mala decisión. Conocí el lado oscuro del ambiente gay, las drogas, el alcohol, el sexo… de todo. Pero toqué fondo y salí adelante. Cambié mucho.
Tras casi un año, conocí a otra persona que me hizo olvidar lo que había vivido y, pues, se convirtió en alguien importante para mí. Inicié una relación sin etiquetas: estábamos juntos pero no tocamos el tema de formar pareja. Aclaramos que íbamos a estar el uno para el otro, que cuando uno se decidiera a intentarlo con alguien más, se lo iba a hacer saber a la otra persona… Siempre me cuidé y usé preservativo en las relaciones sexuales, sin embargo, con él fue diferente, ya que confiaba y lo quería: había sentimientos de por medio…
Después de seis meses con él, decidí ir a hacerme un chequeo sobre enfermedades de transmisión sexual. Y ¡sorpresa!: tenía sífilis y VIH. Me derrumbé por momentos, pero le pedí a Dios fortaleza para afrontar lo que viniera, y aquí estoy.
Un abrazo y ánimo; cuenten conmigo.