Yo tenía sueños como cualquier joven, sueños que estaba por cumplir: Ser médico general. Cursaba el noveno semestre ya por culminar.
Va a resultar ilógico y tal vez estúpido pero aun estudiando Ciencias de la Salud siempre fui un irresponsable sexual. Para mí sin globito sí había fiesta y no me importaba, creía que el VIH-SIDA no existía, que era sólo un mito para asustar a los jóvenes de hoy en día y que eso jamás me iba a pasar a mí. Pero desgraciadamente me paso.
Una tal ELISA me condenó para siempre, una tal ELISA derrumbó mis sueños. Mi primer pensamiento tras ser diagnosticado fue: me voy a morir. Y es aquí cuando te das cuenta del si verdaderamente quieres vivir.
Yo aun con el diagnóstico seguí durante 11 meses sin medicación alguna. Mi único medicamento era el alcohol, el tabaco, la marihuana, la fiesta, el sexo… todo cada fin de semana tras fin de semana.
Dejé mis estudios, dejé mis sueños y empecé a divertirme como nunca porque según pensaba yo, ya me iba a morir.
Yo era una persona muy vanidosa, bastante. Tanto que si me miraba un granito me lo maquillaba. Para mí el físico era lo más importante. Hasta que la vida me empezó a meter más golpecitos. El primer golpe fuerte fue ser diagnosticado, el segundo aún no llegaba, pero comenzaba a manifestarse rápidamente y yo seguía con mi pensamiento de morir pero no sabía cómo el VIH mata lentamente y cada vez más dolorosamente.
Me comenzaron a salir manchas en mis brazos, pero no me preocupé porque las podía ocultar. Después se esparcieron a mi espalda y pecho y seguía sin preocuparme porque una camiseta lo solucionaba todo. El problema fue cuando empezaron a aparecer en mi rostro y se multiplicaban rápido. Mi rostro no, eso no lo iba a permitir.
Después me comenzaron a dar angioedemas, urticaria, retención de líquidos, dejé de caminar, me dolía todo mi cuerpo, la cabeza… Estuve 25 días sin poder hacer del baño. Mis intestinos se estaban pegando, mi único refugio era dormirme.
Pero el segundo golpe fuerte que aún no llegaba decidió quitármelo. Estuve días sin dormir, con insomnio. Me tomaba pastillas para dormir, pero no me funcionaban.
Finalmente decidí ir al hospital porque definitivamente ya no aguantaba los dolores, ya no sabía qué más hacer.
Rápidamente se me brindó atención médica e inicié mis tratamientos antirretrovirales. Tenía una carga viral de 387,000 copias.
Y entonces fue cuando llegó el segundo golpe: las manchas resultaron ser cáncer (Sarcoma de Kaposi fase placa). Hablaron conmigo médicos y me dijeron con sinceridad que no sabían si me iba a librar porque mi caso estaba avanzado y teniendo cáncer haciendo metástasis en mí rápidamente necesitaría quimioterapias y mis CD4 estaban por los suelos.
Así que ya se imaginaran el riesgo que corría al realizarme la primera quimioterapia. Se me dijo que yo podía morir tras los efectos secundarios de la primera quimioterapia y podría tener colapsos internos. Fue dónde se me dijo: “¿por qué no hiciste nada a tiempo? No estarías pasando por nada de esto, sólo estarías tomando tus medicamentos diarios y hubieras vivido totalmente normal como cualquiera”.
Fue ahí cuando conocí que había muchas personas que vivían como yo y tenían años y años viviendo con el VIH. Fue ahí cuando decidí luchar por mi vida, por no perder a mi familia, amigos y mi vida.
Aun con los riesgos lo hice, me realicé la quimioterapia. Y no sé, no tengo idea de cómo la primer quimioterapia me levantó del hoyo donde me encontraba. Pude dormir, pude caminar a las horas, me empecé a sentir bien, mi cara se deshinchó…
La verdad no sé lo que pasó ni los doctores se lo explican. Tenía sarcoma en toda mi piel, esófago, estómago… Pero tras las quimioterapias todo iba mejorando hasta que ingresé en el hospital por derrame masivo pleural y fue ahí cuando me realizaron una tomografía y descubrieron que tenía manchas ya en mis pulmones.
Sin embargo, la buena noticia era que mi esófago y estomago estaban limpios y que las lesiones en mi piel estaban mejorando muchísimo.
Aún sigo recibiendo mis quimioterapias. Mi última carga viral fue en julio de este año y fueron 55 copias y mis CD4 han estado en aumento.
ELISA me condenó para toda la vida sí, pero me condenó para vivir la vida como realmente debe ser, disfrutándola al máximo y con cuidados, valorando todo, hasta el vaso de agua que me tomo. Valorando mi cuerpo, he aprendido que a pesar de parecer un monstruo por mi apariencia por las manchas debo quererme porque yo no sólo soy una mancha, soy alguien con muchas cualidades.
Se me condenó para ser más humilde y tener más humanidad. ¿Que si dios tuvo la culpa? No lo creo, el de la culpa fui yo, porque él nos da todo para cuidar nuestro templo, nuestro cuerpo y ya está en nosotros si somos responsables o no.
Estoy en un proceso de aceptación para quererme como estoy, como un dálmata humano, ja, ja. Sé que voy a encontrar el amor de pareja y por lo pronto mientras llega disfrutaré del amor de mi familia y de mis amigos que son las bendiciones más hermosas que dios pudo darme.
La vida me dio un golpe doble y sí es cierto duelen y algunos mucho, pero gracias a ellos se puede reaccionar.