Desde qué lo conocí pude aprender a vivir con el virus (o bicho como le solemos decir). Gracias a él y a su militancia entendí la importancia de los métodos de protección, la importancia de los controles periódicos y la importancia de quererse a uno mismo.
Siempre sufrí la violencia serofóbica debido a que mi pareja era militante positivo y la gente suponía que yo también lo era.
Con este panorama y con la certeza de hacer algo por mera rutina, para mi cumpleaños decidí controlarme. De regalo recibí el ‘Positivo’…
El contexto previo, a desandar lo aprendido, se dio por la inestabilidad económica y emocional lo cual propició a que "me descuidara".
Hoy ese contexto sigue. Quien creía que debía y podía contenerme, mi pareja, no lo está haciendo porque tengo todas las herramientas.
Por la inestabilidad económica he tenido que dejar mi espacio, mis libertades, mi independencia y tengo que someterme a la convivencia del seno familiar.
Ya estoy instalado y no paro de estar triste. Lloro cuando puedo y en silencio.
Decidí no arrancar con la medicación, no por dejar que me consuma el bicho o por los efectos secundarios que pueda ocurrir con la medicación, sino porque por el momento mis niveles de copias en sangre son de 600 y mis CD4 están por arriba de los 400 por eso no quiero empezarlo y porque no quiero exponerme a la serofobia que pueda surgir de mi familia.
Ahora puedo decir que el bicho me está ganando desde lo emocional, no sé cómo hacer para no sentirme solo.