Con el tiempo, aprendí a aceptarlo y a no dejarme vencer. No lo estoy haciendo por mí, lo estoy haciendo por mi mamá, esa señora que se sacrificó tanto para que lo tuviera todo, para que saliéramos adelante, para que mi papá estuviera presente, para que fuéramos seres humanos funcionales.
Cuando supe mi diagnóstico [VIH+], pensé en quitarme la vida y mi primer pensamiento fue ella [mi madre] y cómo se sentiría si yo faltara. Ella no se merece eso. Después de todo lo que he pasado, esa fue mi decisión: luchar por ella, luchar por mí, luchar por vivir.
Esa lucha se ha trasladado a mi mente. Es una batalla constante de mis egos, de mis emociones, de mis pensamientos, pero sobre todo de mis demonios. El VIH me ha enseñado varios lados de la vida, los cuales no aprecio mucho. Las miradas de las enfermeras, de los doctores e incluso de los psicólogos a los que acudí por terapia para sentirme mejor. Si esas miradas de lástima, de miedo, de ignorancia hablaran… Esas miradas que, como dagas, me cortan la respiración y me hacen más difícil vivir mi vida. No quisiera ni pensar qué pasaría si mi familia, mis amigos, lo supieran, no podría con tanto.
Usualmente, amigos, suelo ser más optimista, pero debido a una serie de eventos desafortunados y después de 8 meses de tratamiento, tuve una lesión en la espalda al practicar ejercicio, luego una en el tobillo, y ahora una gripe que no me quiere abandonar. No entiendo por qué si mis CD4 están bien y tengo carga viral indetectable, acá llevo ya 3 semanas de gripe sin poder respirar bien y sintiendo cómo me falta el aire.
Desde esa perspectiva, hasta este momento me siento decaído y el impase de vivir solo otra vez me invade. Qué feo es no tener a nadie con quien llorar, a quien abrazar y poder decirle que necesito que no me suelte.
Las noticias de las vacunas y la posibilidad de las terapias que curen el VIH mantienen mi esperanza, pero hoy por hoy en un escenario de mi vida no tan alentador les digo: tengo miedo, me siento solo y necesito ayuda, me estoy ahogando y poco a poco mi chispa se apaga.
Gracias a quien sea por leerme, acá es el único lugar donde puedo plasmar lo que siento. Oren por mí, como yo lo hago por todos nosotros antes de dormir todos los días, espero que pronto salgamos de esta.
Con cariño,
Ale.