Esto no acaba aquí, tenemos mucho por delante

Jesús

Esta historia comienza cuando tenía 24 años, llevaba una vida llena de diversión y sin límites. Está por demás decir que no quiero asustar a nadie con esto. Simplemente que cada quien tome lo mejor de esta historia y actúe como crea conveniente, pero responsablemente.

Comencé a tener relaciones sexuales en lugares públicos con gente que no conocía, lo que llaman cruising. Frecuenté cines, antros, cabinas, el metro… todo, sin pensar en qué podía pasarme. Solo disfrutaba. Muchas veces con protección, otras muchas sin protegerme. Tanto para mí como para los amigos a los que a veces contaba esas historias (o que me acompañaban) era solamente el orgullo de que si te había tocado uno más atractivo, más acuerpado o más "dotado".

Y era un orgullo contar el riesgo en todo esto. Recuerdo un par de veces que la seguridad de un centro comercial me reprendió por meterme al sanitario de al lado en el que me invitaban a entrar para dar lugar al encuentro. Insisto, todo esto sin la más mínima responsabilidad de qué pudiera pasarme.

Los días de antro bebía hasta perderme, por lo cual al salir del antro muchas veces de ahí nos íbamos a las cabinas. El peor error, ya que en ese estado jamás recordabas con quién o quiénes estuviste, si te protegiste o qué pasó.

Pasaron apenas dos años en que seguí llevando ese estilo de vida cuando de pronto tuve una infección que hasta ahora no sé qué fue, ya que ningún doctor dio con el diagnostico. Todo comenzó con aftas bucales que no sanaban, poco después me daban altas fiebres, dolor de cabeza, se me comenzaron a formar ganglios en el cuello principalmente y las ingles que a la fecha no se me han desaparecido.

Me recetaban medicamentos y más medicamentos y no había mejoría. Un día el doctor analizo mi expediente por los síntomas que había ido anteriormente y sin más me pregunto si yo era homosexual a lo que respondí que sí. Fue ahí cuando sin decir más me dijo esto es una primoinfección por VIH.

Como a muchos en ese momento todo se me fue encima. Siempre creí que no existía, decía: “pues ni conozco a nadie que lo tenga, es puro invento, eso son mentiras”. Pasaron muchas cosas por mi mente, entre ellas el suicidio. Me alejó de malos pensamientos el apoyo de mis amigos y mi familia el cual hasta la fecha he tenido incondicionalmente.

El doctor me comentó desde ese momento que debía comenzar con la atención y los retrovirales. Con la noticia y el no saber cómo actuar solo deseaba sentirme bien para regresar al trabajo, poder hacer mis actividades y, si esto funcionaba, comenzar a buscar apoyo y soluciones o terapias alternativas.

Pasó un mes, me sentía bien de esta primoinfección, me quedaron algunos ganglios inflamados y las rodillas  de repente me tronaban. No dolían, pero era raro algo que jamás me había pasado. Tuve miedo de tomar el tratamiento y solo dure dos meses bien cuando surgió otra infección de vías urinarias.

De nuevo me mandaron a hacer todos los estudios. Nada salía nunca se supo qué tipo de infección era solo por los síntomas: ardor al ir al baño, etc. De nuevo superé esto, pero pasados otros dos meses me dio una infección de estómago que al igual me llevo al hospital esta no fue tan grave y afortunadamente igual la controlaron.

Pasó un mes más y regresó la infección de vías urinarias con lo que ya cansado de todo esto comencé a los trámites para mi atención y tratamiento en la clínica especializada en VIH. Me comencé a sentir mejor otra vez y seguí con la desidia, dejé los trámites a medias y entonces me diagnosticaron hepatitis A, para lo cual fue necesario que me internaran una semana ya que me decían que con el VIH esta infección podía ser más agresiva.

Ya no podía tomar nada de medicamentos ni beber alcohol. Por si alguien no conoce este tipo de hepatitis, no se puede recetar ningún medicamento ya que hace un mayor daño al hígado ya que se asimila en él y el resultado sería peor.

Desde ese entonces me monitorean para checar el estado de mi hígado para ver cómo va y checar si ya estoy en condiciones de recibir el tratamiento antirretroviral.

A casi un año de que me fue detectado y ahora con una infección en mi oído que espero que ceda rápido –porque es un dolor muy molesto- les cuento esta situación, para que no dejen de lado el seguir adelante y no piensen que todo acaba aquí. La vida sigue y gracias a Dios tenemos el apoyo de médicos, familia, amigos y no estamos solos. La peor decisión que uno puede tomar al ser diagnosticado es no atenderse.

Espero les sirva mi caso de experiencia y, ante todo, la prevención. Seamos responsables, no tomemos las cosas a la ligera. Esto existe y no es cosa de juego y a las personas que ya lo tenemos de verdad si tienen la oportunidad, atiéndanse antes posible y verán que pueden vivir una vida con calidad y digna y tranquila.

Esto no acaba aquí, tenemos mucho por delante y afortunadamente la ciencia ha avanzado mucho. No tomemos la decisión errónea de caernos y no actuar.

Mi apoyo a todos los que vivimos con esta enfermedad, y ¡echémosle ganas!

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