Yo sufro todo el día debido a una neuropatía periférica sensitivo-motora desmielinizante que me provocó un medicamento antirretroviral. O sea que físicamente no sirvo para nada.
Quisiera destacar que yo antes por el estigma que existe hacia los enfermos con VIH, me trataban en el hospital Germans Trias y Pujol (en Barcelona) y a pesar de que mis comienzos fueron muy duros por los efectos adversos de la medicación y la cantidad de pastillas (creo recordar que tomaba 12 o 14), he de decir que me atendieron de maravilla en todos los aspectos. Felicito al doctor Bonaventura Clotet que fue quien primero conocí y al gran equipo humano que dirige. Siempre les estaré agradecido.
Sin embargo, se muere mi familia y mi mujer de 39 años falleció de un cáncer de huesos. Lo matizo dada su juventud y me dejó con dos maravillosos gemelos que han cumplido ahora 12 años y que cada día lo paso muy mal para sacarlos adelante. De hecho, siento como si hubiera envejecido 10 años, y psicológicamente estoy muy flojito también.
Por eso quería deciros que pasé a tratarme a Zaragoza, mi ciudad natal, al fallecer mis seres queridos más cercanos. Y ¡vaya chasco! El cambio entre Aragón y Cataluña fue como de la noche al día.
En Aragón nos dedican como mucho 20 minutos al año y confórmate con estar vivo responde tu médico, haciendo caso omiso del sufrimiento que llevo. No les importan las secuelas de los que fuimos cobayas en su momento. Como ya he dicho antes en Barcelona aun siendo más duros los tratamientos, apreciaba mucho la ayuda que recibía por ese gran equipo humano, sin estigmas. Sentía que se preocupaban de verdad por mí.
Aquí en Aragón es vergonzoso y con riesgo de morir por el poco control, sobre todo el VHC ya que o tengo en 18 en el último Fibroscan, que me realizaron hace más de un año. Y eso es lo que tenemos por aquí.